lunes, 18 de enero de 2010

El símbolo perdido

Sinopsis: 
¿Existe un secreto tan poderoso que, de salir a la luz, sea capaz de cambiar el mundo? Washington. El experto en simbología Robert Langdon es convocado inesperadamente por Peter Solomon, masón, filántropo y su antiguo mentor, para dar una conferencia en el Capitolio. Pero el secuestro de Peter y el hallazgo de una mano tatuada con cinco enigmáticos símbolos cambian drásticamente el curso de los acontecimientos. Atrapado entre las exigencias de una mente perturbada y la investigación oficial, Langdon se ve inmerso en un mundo clandestino de secretos masónicos, historia oculta y escenarios nunca antes vistos, que parecen arrastrarlo hacia una sencilla pero inconcebible verdad. 


Que no os asusten las 590 páginas de este libro. A pesar de su extensión, se lee con rapidez y fluidez, a lo que ayuda que los capítulos sean cortos y que la mayoría acaben con la intriga en su punto álgido. A Dan Brown no le importa hacernos sufrir dejando a los personajes al borde de la muerte o dándolos por fallecidos durante muchas páginas. Si estos recursos funcionaron en los folletines decimonónicos, ¿por qué iban a fallar ahora? Tampoco hemos cambiado tanto, como prueban las actuales series televisivas de éxito. 

Hablando de folletines, cómo se nota que estoy puesta en la materia: enseguida le descubrí una movida familiar que tendría que haber sido una de las grandes sorpresas de la trama. 

Si os gustaron Ángeles y demonios y El código da Vinci, también está os apasionará por su combinación de intriga, enigmas, misticismo, maniqueísmo, historia, arquitectura y muchos elementos más sabiamente combinados sin más pretensiones que entretener. Que no es poco. 

Lo peor es que no puedo imaginarme a Tom Hanks como Robert Langdon, no le pega nada. Para mí un error de cásting garrafal.

2 comentarios:

carolina dijo...

Bueeeeno, a ver si le pillo y le leo. Es que no quiero que me la cuele doblada con una documentación histórica chapucera. Quizá lo mejor es leerlo con tan pocas pretenciones como las que seguramente el señor Brown tenía al escribirlas. Por cierto, me pregunto quién hubiera podido hacer mejor de Langdon. Ea, voy a ceder a la debilidad y votar por: ¡¡¡William Fichner!!! Es que su amplia (amplísima) frente puede hacerle pasar perfectamente por un intelectual molón.

Conchi dijo...

No habría sido mala elección, desde luego que no.