martes, 7 de septiembre de 2010

Vigo


El martes 24 por la mañana nos dirigimos a Vigo. La primera parada fue en O Monte do Castro: Es un parque situado en el centro de la ciudad que ocupa el espacio de un antiguo poblado fortificado (castro). No os pongo fotos porque es totalmente inaccesible para mí.
Lo bueno que tuvo es que allí conocí personalmente a mi amigo Enrique Javier y a sus tres niños. No tuve el gusto de conocer a su mujer ya que estaba trabajando. Con Enrique mantuve correspondencia hace bastantes años. Luego perdimos el contacto y nos hemos reencontrado en Facebook.

Después fuimos al Casco Vello. En él se encuentra la Colegiata de Santa María y el Mercado de Piedra. Se trata de una zona repleta de restaurantes y puestos de ostras de vivero (una docena de medianas, 12 €). Se compran directamente a las señoras ostreiras y luego te sientas en un restaurante a pedir la bebida (se recomienda el vino albariño bien fresco) y lo demás. Estando allí, no podíamos dejar de probar el pulpo a feira.

Con las ostras no lo tenía tan claro: no las había probado nunca y me daba miedo que mi estómago las rechazase. Al final me animé y lo cierto es que me encantaron. De sus supuestas propiedades afrodisíacas no os puedo hablar pues no tenía a Pedro conmigo. Quizá si el gaitero de la foto del final, que amenizaba la comida, hubiese estado más apetecible habría notado algún efecto pero no fue así.

Al lado hay un mercadillo de productos de imitaciones de marcas de lujo. Tan perseguido como está en otras zonas (en año pasado vimos en Madrid una auténtica cacería policial), me extrañó que allí campasen a sus anchas.

1 comentario:

Johnny dijo...

Los lugares y sus comidas (y bebidas) me hacen envidiarte dia a dia mi buena amiga. Eres una viajera indomable.