Tras la opípara cena, el viernes hubo un desfile de cabezudos al son de la dulzaina y el tamboril y los rossinyols de los niños, pequeñas piezas de alfarería que, al echarles agua y soplar, imitan el sonido del ruiseñor. Luna lleva uno en la mano y le encantó hacerlo sonar.
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Los rossinyols los conozco, creo tener uno que me regalaron en la alfarería de tu familia. Tu hermana es una orgullosa abuela y teniendo a Luna por nieta, no hay otra forma.
ResponderEliminarEs una tradició dels canterers d'Agost que és molt bonica la dels rossinyols i m'alegre que la recupereu cada any.
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