Hace unos días, aproveché mi viaje a Madrid como apoyo moral de mi hermana Mari, que se presentaba al enésimo examen de su oposión, para ver la exposición sobre Star Wars que había en las instalaciones del Canal de Isabel II en Plaza de Castilla. Así, en resumen y conclusión, os comentaré que, aunque no me arrepiento de haber ido, por aquello de salir de dudas sobre su calidad, me pareció un gran sacaduros, empezando por el precio de la entrada (¡10 euracos por persona!) y siguiendo con lo relativamente poco que ofrecían, al lo menos respecto a mis expectativas. Por desgracia, estaba muy centrada en las nuevas pelis, cuando yo soy forofa de las tres primeras filmadas, y, pese a tener algún detalle que me gustó (la motoyet de la inolvidable escena de la persecución en Endor, bocetos y storyboards, trajes más o menos originales, unas secuencias del entrenamiento de los actores para rodar las luchas con sable láser, en las que Mark Hamill lucía unos brazos armoniosamente musculadosgraooorrr… ¡ah, sí, ya sigo!), pues me dejó más bien fría. Como decía Mari, hubiera sido genial haber traído la cámara de fotos para inmortalizar cómo la gente estaba venga a hacerse fotos junto a cualquier trocito de plástico que representara algún elemento de las películas. A todo esto, la gran estrella era, inevitablemente, Vader. Había colas para hacerse una foto con él. Menudo tirón tiene el tío. El pobre Boba Fett y su inexpresivo padre clonado hasta la saciedad, que también estaban de armadura presente, pasaban completamente desapercibidos frente a su majestuoso porte de villano opresor. Lo que hace tener enchufe con el Emperador y una buena imagen mediática. A la salida, ibas derechito a la tienda, que ya puestos podría haber sido un templo del merchandising y que no pasaba de mercadillo cutre. De hecho, una razón para entrar fue el intentar localizar algún que otro libro de la saga que me interesa tener, amén de comics: nada. Pósters en blanco y negro, figuritas galácticamente caras, libros que no me interesaban… Puaj. Tras abandonar, decepcionada, la tienda, pude observar que quedaban otras dos trampas en las que padres e hijos tenían la posibilidad de ser descaradamente extorsionados. En un pequeño stand, por cinco euros de nada podías hacerte una foto junto a dos soldados imperiales (=stormtroopers, para ser exactos). Mi hermana apuntó, irónicamente, que a lo mejor por diez tenías el honor de que los soldados te matasen y alguien te sacaba la foto. En el siguiente, los niños podían rodar una escena de lucha con sable láser contra una pantalla verde sobre la que se proyectaba una escena de lucha de las películas (elegida a gusto del prim…consumidor, creo). En el resultado final, parecía como si los nenes se hubieran estado pegando sablazos junto con Obi-Wan, Dart Maul y compañía. Todo por diez despreciables euracos.
En fin, que logré salir de allí dejándome sólo los 20 euros de las dos entradas, tras escapar de los soldados imperiales que custodiaban el complejo.
En fin, que logré salir de allí dejándome sólo los 20 euros de las dos entradas, tras escapar de los soldados imperiales que custodiaban el complejo.
3 comentarios:
Ví el reportaje por la tele, ¡anda que si te veo! Por cierto ¿había alguna muñequita de Padmé Amidala?
Pues sí. Bueno, en realidad había varios maniquíes con alguno de los vestidos que luce Padmé en "La amenaza fantasma". También había una reproducción de calidad Todo-Cien del sucinto "vestido" que llevaba Leia en la corte de Jabba en "El retorno del Jedi". El resto eran los trajes de los chicos (túnicas Jedis, túnicas y cascos de los Guardias Imperiales, armaduras varias), maquetas de naves y bichos y projecciones en pantallas grandes de algunas escenas. En la sección de vehículos tenían la vaina del vaina de Anakin, la motojet del "Retorno", que ya he mencionado en la reseña, una reproducción de una las naves de las fuerzas armadas de Naboo y el panel de una de las naves de la Federación de Comercio. En el apartado de curiosidades, había varias sillas de estrafalario diseño y dudosa comodidad, reproducciones de Yoda y los Ewoks y la cabeza decapitada de Jar-Jar Binks, tal como quedó después de que uno de los Jedis supervivientes de la Orden 66 se lo cargara por memo y por haber allanado el camino a Palpatine (esto último es un deseo personal, claro)
A pesar de todo, creo que yo habría pagado los 10 € de la entrada. Después de estar en Barcelona donde cobran por todo...
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