Sinopsis:
El destino de Bobby parece estar jodido desde que se volvió cojo. Sus padres se avergüenzan de él y lo envían a estudiar fuera. En el barco es abusado por la tripulación. Humillado, se propone nunca más ser la víctima y pasar a ser el victimario. Desalmado, apasionado de las motos y las armas de fuego, incapaz de ser leal o de amar, vuelve a Lima dispuesto a vengar su suerte contrariada.
El loco Pancho es bruto, feo, sucio y tartamudo. Además, está poseído por una lujuria incontrolable. Cuando en una lejana hacienda parece enderezar su destino, la reforma agraria lo obliga a regresar a Lima. Incapaz de adaptarse a las costumbres burguesas, se aficiona a la marihuana, se vuelve hippie, quema sus documentos, abandona a su familia y huye a las montañas, buscando una paz que le resulta esquiva.
Este es el relato brutal y vertiginoso de las vidas de dos jóvenes de la clase alta limeña, el cojo y el loco, víctimas de la crueldad y las vejaciones de sus padres, quienes los convierten en dos sujetos sin escrúpulos, dispuestos a dinamitar todo lo que encuentren en su camino. Su marginalidad proviene, en última instancia, del desajuste entre sus rasgos físicos -la cojera, la tartamudez- y los valores típicos de su clase, donde lo distinto es considerado deforme, anormal, y, por tanto, es ocultado como una infamia.
Me encanta cómo escribe el peruano Jaime Bayly, sobre todo su vertiente frivolota y descarada de hablar sobre sí mismo y sus circunstancias y de paso dar caña a la hipócrita burguesía de su país. Así que en cuanto vi en la biblio de San Vicente una novela suya nueva, no dudé en tomarla prestada. En cuanto empecé a leerla, pensé: éste no es mi Bayly, que me lo han cambiado. Y es que en la portada debería figurar un aviso: Absténganse de leer El cojo y el loco quienes busquen en su lectura una evasión light o una nueva confesión íntima del autor, porque se darán de bruces con un relato escarpado donde emplea un feísmo, un tremendismo desgarrador. Da cuenta de la crueldad sufrida y ejercida por dos niños nacidos en las cunas más doradas de la Lima de los hipócritas años cincuenta. Uno de ellos es cojo. El otro, tartamudo y casi autista. Ambos serán discriminados por ello y enfilados hacia un abismo al que, por supuesto, caerán. Pero en su caída, en el vértigo de la violencia, física y sexual, se llevarán a más de uno con ellos. Aunque se intente empatizar con esos despojos humanos, resulta imposible. No tuvieron nada a su favor por parte de sus padres, que los odiaron, ocultaron y humillaron desde pequeños, es cierto. Pero ¿no podrían haber cambiado al crecer?, ¿dónde queda el afán de autosuperación?
A pesar de que deja mal sabor de boca, reconozco la pericia narrativa de Bayly. A ver si aprendo a no prejuzgar a un autor por sus obras pretéritas.
Para terminar, entre las dedicatorias del autor, me ha sorprendido leer los nombres de Shakira y su novio, Joaquín Sabina y el mismísimo Andreu Buenafuente.
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