Boda de José Mª y Claudelina

Ayer domingo estuvimos en la boda de nuestros buenos amigos José Mª (primo de Mari Pau) y Claudelina. Tanto la ceremonia civil como el ágape tuvieron lugar en el restaurante Don Camilo, a unos 2 km de Agost. Los novios estaban guapísimos, ambos –no sé si puestos de acuerdo o no- de color crudo, elegantes como requiere la ocasión, a la par que veraniegos.

La pobre Claudelina, no sé si por timidez o porque por su educación paraguaya no está acostumbrada a las demostraciones escandalosas del levante feliz, cada vez que entonábamos el consabido ¡que se besen los novios!, se ponía de mil colores mientras que en la frente se le pintaba un “tierra, trágame” cuando su novio se disponía a acatar nuestra exhortación. Luego ya se le pasó.

Una sorpresa para todos, en especial para la novia que era a quien iba destinada, fue la presencia de un grupo de cuatro mariachis que hicieron las delicias de los asistentes, sobre todo en el popurrí de rancheras que coreamos a voz en grito, unos más que otros animados por la cerveza y el vino que corrían por las venas y las cuerdas vocales. El menú estuvo delicioso (hacía tiempo que no probaba un cordero al horno tan tierno y exquisito), acentuado aun más si cabe por la buena compañía pues compartimos mesa con Vicent y Mari Pau y dos primos de ella, uno acompañado de su esposa en avanzado estado de gestación. Charlamos, reímos, brindamos, cantamos... ¿qué más se puede pedir? Lo único que lamenté es que Pedro, como tenía que coger el coche para devolvernos a Agost, no pudo trasegar ni un mísero cubata. Como solución, una vez en casa, vinieron los novios con algunos amigos y se tomaron unas copichuelas tranquilamente.

Ahora sólo queda corear conmigo: ¡Vivan los novios!