martes, 12 de agosto de 2008
Castillo de Biar
Dedico esta entrada a Alberto, al que, igual que a mí, le gustan mucho los castillos.
Los castillos, en mis recuerdos infantiles, monumentos imponentes donde vivían todo un reino de princesas, príncipes, dragones a los que yo inventava su historia. Cuando en la época adulta he repasado sus historias reales impregnadas en sus piedras milenarias, no por eso han perdido encanto para mí: me siguen llamando, me siguen fascinando sus muros medievales, que siguen en pie, resistiendo aunque su época de esplendor haya pasado hace muchos siglos. Olvidados castillos que aún se alzan imponentes, ejes de mundo medieval, testigos muchos del pasado que persisten en el presente.
Mi castillo por excelencia el el de mi infancia, el castillo de Biar (35 Km al noroeste de Agost). Es el pueblo dónde mi padre pasó su infancia y juventud y dónde me llevaba todos los años a visitar a mis tíos. En uno de los recuerdo infantiles que más aprecio aparece el castillo: tenía yo unos 5 o 6 años y mi tío nos llevó a mi primo y a mí a la puerta del castillo. En el camino hacia la puerta hay una roca con una hendidura que parece un sillón muy grande y mi tío me decía que aquel era el sillón de la reina del castillo, que como llevava una falda muy grande y ancha, se sentaba allí. Como os podéis imaginar, mi imaginación infantil se desbocaba!
Ahora, me parece casi un sacrilegio tocar sus piedras de casi mil años. Me evocan al mítico rey Jaime I el Conquistador, que en febrero de 1245 tomó el castillo, después de un duro asedio de 6 meses, aunque en principio iba a ser entregado voluntariamente por su alcaide Musa Almoràvit. Pero el rey cristiano necesitó todo un contingente de ballesteros catalanes para rendir esta plaza donde había atrincherados 700 musulmanes.
Las casas que rodean el castillo también están muy bien arregladas, pintadas de colores y con flores en sus balcones. Hay infinidad de calles estrechas dónde perderse. Es un pueblo de cuento de hadas.
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5 comentarios:
Errata: testigos muchos, es testidos mudos.
Perdón, testigos mudos, se me resisten esta palabras, qué cateta!
Carambas, Mari Pau, semejante castillo tan cerca de tu pueblo, con lo aficionado que soy a ese tipo de piedras, y ninguna información para que yo lo disfrute... imperdonable, de verdad...
En la próxima visita, sin falta...
Jesús, ¿te acuerdas cuando Mari Pau nos llevó a Biar años ha?
Alberto, cuando vengas para quedarte por lo menos dos días y no medio como esta vez, te acompanyaremos Vicent y yo a Biar.
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