miércoles, 20 de agosto de 2008

Una paisana mía, en "Buenafuente"


En el mes de abril ya os hablé de mi paisana Dori, una ex telefonista que había recogido en un libro mil llamadas graciosas y verídicas a Información y Averías. Aquí tenéis el enlace por si lo queréis repasar: http://cosasmias-cosesmeues.blogspot.com/2008/04/recuerdos-de-una-telefonista.html


Pues bien, esta buena señora será entrevistada por Berto en el programa de Buenafuente ha salido un momento hoy a partir de medianoche en La Sexta. Estoy segura de que lo hará muy bien pues tiene mucha gracia y desenvoltura.


Aunque es un poco largo, os dejo también un artículo de opinión que sobre ella y su libbro apareció en el diario local Información:

Hace más de treinta años que conozco a Dori Castelló Antón. Nunca hizo falta vernos demasiado para saber que nos queríamos bien, que eran muchos y buenos los seres y las cosas que nos unían sin remedio: mi hermana mayor, mi cuñado Paco, nuestro añorado Carmelo, la fotografíaÉ Hace nada me enteré de que había publicado un libro divertido y sabroso en el que recogía, una a una, las anécdotas de su vida como operadora de Telefónica. Me alegré por ella, pues era un propósito una y mil veces aplazado que por fin veía la luz, pero más me encantó saber que en apenas unas semanas había agotado la primera edición de la obra, había ofrecido numerosas entrevista radiofónicas y hasta se había desplazado a un plató de la televisión nacional para compartir con la audiencia de Tele 5 su experiencia de telefonista.


Estos días he tenido el placer de leer su libro, de deleitarme con lo que en él ha recogido pacientemente Dori y, la verdad, lo que mi buena amiga ha hecho en esta obra condenada al éxito no es sino cazar mariposas al vuelo y exponerlas con pericia en la vitrina del disparate. Como los botánicos del XIX o los entomólogos del Romanticismo, ella ha ido recolectando especies no catalogadas por el imaginario humano; las ha guardado con habilidad durante años, a salvo del olvido, preservándolas de toda corrosión y ha tenido a bien clasificarlas con su correspondiente etiqueta y servirlas en el noble envase de un libro de 15 x 21 centímetros y de no más de 80 páginas.


Como es de suponer, las especies a las que me refiero no pertenecen a la extensa familia de los artrópodos ni de las caprifoliáceas. Se trata de esa tipología tan sencilla y propia de la naturaleza humana a la que llamamos lenguaje, un fenómeno abstracto y escurridizo que todo bien nacido se encarga de trasformar en habla concreta y perfectamente constatable, en idiolectos tan curiosos como un trébol de cinco hojas o una abeja bicéfala.


Y el resultado no es otro que el humor, es decir, que el efecto que causa en nosotros una frase única en su especie, ya sea porque la ignorancia es así de atrevida o porque la simpleza del hablante inspira oraciones memorables que, por derecho, merecen figurar en recopilatorios como el que nos ofrece mi querida Dori.A partir de ahora, nadie pasará por alto que el "pedólogo" es un facultativo especializado en no se sabe qué rama de la medicina, que la palabra "favor" se escribe con uve de "barruga" (¿?), que los aparatos telefónicos conectados a otro principal se denominan "suplementarios", "suplicatorios" o incluso "supositorios", que de todo hay en la "villa" del Señor y que en gustos no hay quien mande. Gracias a este delicioso florilegio de ocurrencias y anécdotas sabemos que existen llamadas "urbánicas" e "interurbánicas", que si el "oracular" o el "yegular" no funciona (suele pasar con los oráculos y los yegulares de imitación), no hay quien se entere de nada, que "anteponiente" es igual a "prefagio" o prefijo, que hay oficinas de "empotronamiento" (¿empadronamiento, quizás?), Institutos "Materiológicos" que predicen el tiempo y lugares específicos para pasar la ICV (Inspección Clínica de Vehículos). Y no digamos nada de esa lista interminable de circunloquios y eufemismos que el sufrido abonado es capaz de improvisar a través del aparato "esmochado", "acatarrado", "escalfado", "escoñado", "desgatillado" que a ratos "gargajea", "chichirrea" o "metrallea": al tanatorio, llámale "palmatorio" o "casa donde congelan a los muertos"; el INEM se ha trasformado en la "Casa de los Oficios"; la comisaría de policía es, desde ahora, el "Depósito de detenidos"; el Mediterráneo, otrora Mare Nostrum, ha adquirido el sobrenombre de "Madre Monstruo" o "Mare Mostruma".


Hablamos, en fin, de palabras, frases, situaciones, anécdotas y momentos únicos que el viento de la vida se hubiera llevado con él cual hojas secas, desvencijadas, de no haber sido recogidos en este libro por obra y gracia de una mujer ante cuya paciencia, perspicacia e intuición me descubro. Y lo bueno de ella, de Dori, es que ha ido compilando todo ese caudal de dichos, sentencias y confesiones con una humildad tan acusada, de un modo tan prudente y tan escasamente ambicioso, que el resultado supera en mucho lo imaginado y lo pretendido por su voluntad. Hace poco me recordaba que a la edad de diez años ya desempeñaba labores de telefonista en su pueblo natal, Agost. Era un centro familiar en el que halló la oportunidad de aprender desde bien pronto la profesión que ocuparía su vida. Ya en aquellos años recibía suculentas llamadas de abonados que le demandaban hablar con gentes del pueblo sin más datos que el apodo de éste o el apelativo familiar de aquél. "Yo debía de ser algo así como la telefonista-adivina -confiesa Dori-. Se daba por hecho que conocía la identidad de quien llamaba, que intuía por ciencia infusa con quién quería hablar y, por supuesto, que me sabía de memoria y al dedillo las cifras de su teléfono. En aquellos años, por imperativos de la tecnología -tan rudimentaria ella- escuchábamos de pe a pa todas las conversaciones; aunque, eso sí, guardábamos, como los curas confesores, escrupuloso secreto de cuanto habíamos oído; era algo así como el código deontológico de la comunicación por cable. Ya en 1973, cuando automatizaron el centro de Agost, me fui a trabajar a Alicante con la Compañía Telefónica. En mi primer destino permanecí cinco años, porque en el 78 me pasaron al departamento de Información, ya sabes, el 003, y al de Averías, el 002. Fue a partir de esa fecha cuando me dio por recopilar las anécdotas que escuchaba de los clientes. Para partirse de risa".Y a fe que fueron cientos y cientos las que iría escuchando al otro lado del cable. Frases y ocurrencias que sólo el pulso y la minuciosidad de Dori Castelló, como los botánicos del XIX, han sido capaces de recolectar a lo largo del tiempo para presentarlas ahora en este libro único, divertido y memorable: "Recuerdos de una telefonista".

http://www.diarioinformacion.com/secciones/noticia.jsp?pRef=2008050400_8_750633__Opinion-Memorias-telefonista

4 comentarios:

Conchi dijo...

Por si no visteis a mi paisana, os cuento que estuvo muy simpática y, para mí que me pondría como un flan, sorprendentemente tranquila. Hizo patria en reiteradas ocasiones nombrando a Agost y llevó a Berto un botijo gallo representando nuestra alfarería.
Mirad si estuvo encantadora que Berto, haciendo un juego de palabras con su nombre, Adoración, la calificó de “adorable”.

maria esther dijo...

Dori es encantadora.Estuvo genial y que guapa estaba en las fotos que llevo al programa.

ana dijo...

No lo vi, no estaba en casa a esa hora. Era el chupinazo de las fiestas en el pueblo y salí un rato, pero me acuerdo de tu post

Mari Pau dijo...

No me acordé de verla, lo cual es lo normal en mí. Qué desastre de tía que soy. Ana, cuéntanos como son las fiestas de tu pueblo.