domingo, 30 de septiembre de 2012

LLUVIA TORRENCIAL DE OTOÑO


Era la 1 de la madrugada cuando me encontarba filmando la torrencial lluvia que caía desde medianoche, como bienvenida del Otoño y para que no hubiese queja de tantos dias sin lluvia (sequía en muchos lugares del norte del país), en una hora cayó bastante agua sobre Matamoros.
Y se preguntarán ¿a qué viene la filmación? ¿pensaré que nadie ha visto llover antes?, no, ese no es el motivo, la historia comienza una hora antes de esta grabación:
Mi hija Vivi asistió a un fiesta de una amiguita (la típica "Quinceañera", tan acostumbrada en gran parte de mi país, aunque a mi me parece algo fuera de realidad) y cual "Cenicienta" moderna, fui por ella a la medianoche (aunque de seguro el festejo continuaría por dos horas mas). Todo iba muy bien, la recogí a la salida del salón  de fiestas (que se encuentra en el otro extremo de la ciudad, por lo menos unos 30 minutos, sin tráfico, me lleva cruzar la distancia) y emprendimos el regreso. A medio camino sentí que una llanta (neumático) hacía un ruido extraño, lógicamente se pinchó e iba disminuyendo su tamaño en segundos. Alcancé a llegar a la avenida que llevaba a mi casa y por fin se quedó sin aire, me orillé para prepararme a cambiarla. De pronto de la nada empezó a llover, primero muy ligero, así que saqué mi paraguas e inicié las labores de quitar la llanta de inmediato ya que el lugar y la hora no eran los mas adecuados para estar en la calle, en una ciudad no tan segura como la nuestra. No alcancé a quitar la primera tuerca   que fija la llanta, cuando de pronto la lluvia se agudizó y se convirtió en una verdadera tormenta. Los niveles del agua subían y subían, la calle se perdía con la banqueta, mis pies se empezaron a cubrir (para que calculen la inundación, en plena tormenta el agua cubrió casi la mitad de la llanta), del paraguas no me pregunten, se hizo como en las pelis y las caricaturas (se torció todo y ya no cubría nada). Como pude alcé el auto con el gato (¿allá le llaman igual?), quité una y puse la otra que siempre cargo detrás del auto. En el proceso del cambio, me metía al auto para tranquilizar a mi hija y llamar a Aymé, pero el móvil no tenía recepción (típico en estos casos, cuando mas lo necesita uno, parece a propósito y todo falla). Así que por fin, después de casi una hora, logré mi cometido y "hecho una sopa" nos dirigimos por fin a casa. Llegué, me bañé y por la ventana realicé mi filmación. ¡Qué odisea!

1 comentario:

Conchi dijo...

En Agost, el viernes pasado, más que chaparrón, cayó una señora tromba de agua acompañada de aparato eléctrico. Como aquí no estamos acostumbrados a tanta agua, no falla: a las cuatro gotas se corta el suministro de luz. No solo me quedé sin ordenador sino que ni siquiera podía completar cualquier otra tarea a mano ya que la cortina de agua nos dejaba sin claridad. Ya nos tenéis al conserje y a una servidora sin poder hacer otra cosa, sentados tras la cristalera de entrada viendo diluviar. A las tres horas paró y pude marcharme a casa.

Aquí también se llama "gato" a la herramienta para cambiar neumáticos.