Sinopsis:
En 1879, un arqueólogo amateur,
Marcelino Sanz de Sautuola (Antonio Banderas), y su hija de 8 años, María,
descubrieron en Cantabria una de las obras prehistóricas más importantes de la
Historia: las pinturas de Altamira. Lejos de proporcionarle honor y gloria, su
deslumbrante contribución a la historia le enfrentó sin embargo con la Iglesia
católica, y también con la indiferencia y el escarnio de la comunidad
científica de la época. A pesar de sus esfuerzos por demostrar la veracidad del
descubrimiento.
Esta película
narra una historia que, mea culpa, desconocía para mi vergüenza. Antonio
Banderas interpreta con sumo respeto a Marcelino Sanz de Sautuola. Ignoraba que
el pobre señor sufriera lo indecible al tratar de conjugar ciencia y religión
en la cerrada España decimonónica (tremendo Rupert Everett de obispo
fundamentalista, no lo habría reconocido rapado de no saber que era él), a la
par que enfrentarse a arqueólogos reputados de su época que lo acusaron de
fraude. Son preciosas las escenas de la cueva, incluidas las oníricas con los
bisontes en movimiento, pese a lo criticadas. Creo que la película se debería
ver en las clases, no solo por el valor del descubrimiento en sí sino también
como retrato de una época.
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