domingo, 23 de enero de 2011
Demasiados héroes
Sinopsis:
Lorenza y Mateo llegan a Buenos Aires en busca de Ramón, el antiguo amante de Lorenza y padre de Mateo, de quien ella se enamoró durante la «guerra sucia» argentina, cuando los dos eran apasionados militantes que se oponían a la dictadura de Videla.
Lorenza, que llegó a la edad adulta en medio del torbellino político de los sesenta, reflexiona sobre sus antiguas convicciones ideológicas y emocionales; su hijo, un chico de los noventa a quien no le interesan en absoluto la política ni la ideología, busca a su padre real, el de carne y hueso.
Demasiados héroes narra la distancia entre una madre y un hijo. Una pareja curiosa y volátil, cuyas batallas a veces hilarantes están acentuadas por la absoluta falta de comprensión mutua, y amenazan con pasar de la cercanía inevitable y el humor inesperado al caos destructor.
Con mucha frecuencia, los escritores esconden tras sus obras su propia vida. No sé si este es el caso de Laura Restrepo en su última novela, pero sin duda lo parece. Según he leído, esta escritora colombiana, nacida en Bogotá en 1950, antes de dedicarse a la Literatura, fue militante en los grupos que se oponían a la dictadura argentina de Videla. Allí conoció a Rubén Saboulard, con quien tuvo un hijo, antes de seguir cada uno su camino. Igual, igual que su novela.
El oficio de la autora impide que una novela política se convierta en un tostón. Un dato: el 90% de la novela está dialogada lo que le da una claridad y un dinamismo que le lleva a ser una obra de las que en la calle se califican como fácil de leer. Junto a ello, se nos muestra el contraste entre dos generaciones muy distintas: la de la madre, los sesenta, cargada de ideologías, y la actual, la del hijo, a la que no le interesa en absoluto la política ni las ideas. No abogo por la primera pero menos por la segunda. Qué difícil es encontrar el término medio.
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2 comentarios:
Política no es lo mío, problemas generacionales están a la orden del dia y si que no podemos ponernos de un lado o de otro, ya que en su momento fuimos parte de una y hoy de la otra, para leerla sin mas interés que pasar un buen rato me basta.
Sí que es difícil encontrar ese término medio. Si uno se involucra mucho en política, hasta el punto de sacrificar su vida privada o incluso su vida a secas, es normal que abraces una determinada ideología de una forma muy vehemente, que excluye todo cuestionamiento e incluso todo sentido del humor para no tomarse demasiado en serio a uno mismo. Lo más lógico es que ese compromiso deje marcas e impida acercarse a alguien que opta por no creer en nada. Quizá la clave sea el respeto mutuo, algo tan fácil de definir y tan difícil de vivir.
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