jueves, 5 de agosto de 2010
Dime quién soy
Sinopsis:
Una periodista recibe una propuesta para investigar la azarosa vida de su bisabuela, una mujer de la que sólo se sabe que huyó de España abandonando a su marido y a su hijo poco antes de que estallara la Guerra Civil. Para rescatarla del olvido deberá reconstruir su historia desde los cimientos, siguiendo los pasos de su biografía y encajando, una a una, todas las piezas del inmenso y extraordinario puzzle de su existencia.
Marcada por los hombres que pasaron por su vida -el empresario Santiago Carranza, el revolucionario Pierre Comte, el periodista estadounidense Albert James y el médico militar vinculado al nazismo Max von Schumann-, la vida de Amelia Garayoa es la de una mujer que aprendió que en la vidsa no se puede volver sobre el pasado para deshacerlo. Desde la España republicana hasta la caída del Muro de Berlín, pasando por la Segunda Guerra mundial y los oscuros años de la Guerra fría, esta burguesa y revolucionaria, esposa y amante, espía y asesina, actuará siempre de acuerdo a sus principios, enfrentándose a todo y cometiendo errores que no terminará nunca de pagar.
Memoria de un siglo convulso, caracterizado por la barbarie de los totalitarismos, esta obra es una vuelta de tuerca en la trayectoria de una de nuestras novelistas más internacionales. Dime quién soy sorprende por su dramatismo e instrospección, por su intriga y por sus emociones a flor de piel. Una aventura desgarradora y cautivadora que tiene unos personajes excepcionalmente perfilados y literariamente inolvidables.
He acabado de leer las 1097 páginas de este novelón, y uso el aumentativo en sentido de tamaño, no de calidad. Veamos, la historia, las vivencias de una espía, mujer ante todo, en el convulso siglo XX, es interesante; de no ser así, no la habría acabado de leer. No obstante, contiene aspectos negativos que quiero reseñar:
He leído por ahí que la rigurosidad histórica deja que desear. En eso no me meto porque mis conocimientos sobre el tema son los mínimos del bachillerato.
Ya conocía a la autora y no me gustaba mucho. Me reafirmo. Su labor es demasiado superficial: se supone que es una investigación narrada por diferentes personajes, pero es demasiado homogénea. Todas las voces son iguales, no eres capaz de diferenciar a los narradores de la historia.
A diferencia de sus novelas anteriores, ésta tiene un final que no decepciona. Sin embargo, se intuye a poco de empezar la lectura, de modo que pierde parte de gracia.
Con todo, lo que me saca de quicio es la cantidad de faltas de ortografía y de expresión que plagan el libro. Empecé a apuntarlas pero me cansé en la decena. Es algo que no entiendo. Sin ir más lejos, el corrector de Word hace la mayor parte de la tarea y, por ejemplo, subraya como incorrectas *’embite’ por ‘envite’ o *’laringue’ por ‘laringe’. Cierto que no sabe cuándo usar ‘rebelar’ o ‘revelar’, pero la autora, periodista ella, sí debería. Y si no ella, me imagino que la editorial Plaza & Janés dispondrá de una persona encargada de repasar los manuscritos, que ya no se llamarán así pues pocos escribirán a mano.
Los profesores animamos a los alumnos a que lean para paliar su deplorable ortografía, pero con libros así más vale pensárselo.
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1 comentario:
La ortografía es el gran problema de los jóvenes actualmente. Para colmo en los móviles abrevian todo y yo realmente no entiendo, me dicen que para mandar mensajes pareciera que estoy escribiendo una carta (como las que acostumbrábamos Conchi tú y yo).
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