martes, 31 de mayo de 2011

El arte de perder


Sinopsis:
Sara no quiere encerrarse en la jaula de ningún prototipo, quiere amar sin ataduras, sin convencionalismos, quiere ser lo que es en cada momento y no lo que debe ser y busca un hombre libre, fuerte, que sea capaz de aceptar este reto y acompañarla en el camino.
En esta novela el misterio reside en... las ocultas razones del corazón. El crimen es... dominar el sentimiento, ir contra la propia emoción, la resistencia a amar.
El detective es... Sara, una mujer enamorada que investiga el amor y lucha por hacerlo realidad.
El suspense se mide... entre la inteligencia y el riesgo, entre la insumisión y la astucia de Sara.
El cebo es... seducir... para que el inquietante Enzo muerda el anzuelo de la pasión.
El peligro es... ser destruido por la necesidad de caricias, por la nostalgia, por el deseo.
El enigma es... entender al otro y no volverse loco. El juego es... apostar a ciegas.
El clímax es... la belleza compartida, el bocado exquisito.
Y la solución es... perder. Perder una y otra vez. Perder hasta hacer de la pérdida un arte. Perder hasta perderlo todo. Perder hasta quizá... no haber perdido.


Al principio esta novela me interesaba, aunque ya no es novedad que la historia de amor se sirva de las nuevas tecnologías como internet o el teléfono móvil. Con estos disfraces, no deja de ser en gran parte una novela epistolar de las de toda la vida. Sara, la protagonista, cuarentañera muy culta y restauradora de objetos artísticos, conoce en páginas de contacto de la red a hombres ricos, atractivos, cultos, interesantes y disponibles. Primera objeción a la trama: yo hace siglos que no chateo pero ni entonces ni por testimonios de amigas que lo hacen ahora jamás en la vida se han topado con nadie de esas características que, además, sepa escribir unos e-mails extensos y la mar de poéticos. ¡Y sin faltas de ortografía! Que es para preguntarle en qué páginas conoce a esos mirlos blancos. Con todo, a la buena mujer no le acaban de convencer, se acuesta con unos y con otros pero sigue buscando al amor de su vida. Hasta que se topa con Enzo, al que pronto ve como al hombre ideal que satisfaga sus exigentes y altísimas aspiraciones sentimentales.

Así comienza una enrevesada historia que dura un año, sólo da lugar a dos encuentros personales y se jalona con angustiosos silencios y un sinfín de mensajes por medio de sms y correos electrónicos. La comunicación pronto deviene unidireccional: ella le escribe extensísimos e-mails que rezuman miel, a los que él responde como mucho con un par de frases. Eso cuando responde. El tío pasa de ella e incluso llega a humillarla, pero ella, duro que duro, a seguir escribiéndole. Viendo cómo se arrastra detrás de él, dan ganas de pegarle dos bofetadas para que espabile. Puedo admitir que en una relación no correspondida (si es que se le puede llamar relación) quepa un puntito de masoquismo, pero no hasta ese grado.

1 comentario:

Johnny dijo...

Los cuentos de siempre pero disfrazados con lo actual, no deja de ser la historia de siempre. Pero siempre es bueno ller para saber si es buena o no, jamás quedarnos con la duda de saberlo encarne propia y no por otra persona.