Aquí estoy con mis amigas extremeñas, Ana y Esperanza, en Alboraya, donde pasaron la semana pasada. Las conocí en 1997, en un viaje para discapacitados (el primero que realicé) donde recorrimos en autobús Europa Central. La de peripecias y recuerdos que guardo de él y cómo nos reímos rememorándolo. Desde entonces hasta ahora, hemos coincidido en otros viajes, como Escocia e Inglaterra, y Lanzarote. También nos desplazamos en otras ocasiones a Benidorm y a Almuñécar para verlas.
Mi intención era ir un día a verlas a
Alboraya, comer con ellas y regresar a casa el mismo día: al fin y al cabo, es
un trayecto de solo dos horas. El problema es que todos los días tenían
actividades y excursiones previstas y me sabía mal que renunciaran a ellas.
Tenían libre la tarde del viernes, víspera de su partida, pero me parecía muy
precipitado y pesado para Pedro ir y volver en pocas horas. Se me ocurrió mirar
en buscadores de hoteles a ver si quedaba habitación en el mismo en que se
alojaban ellas. Como el precio no me pareció excesivo, contraté pensión
completa, así que comimos y cenamos con ellas, además de la hermana y el cuñado
de Ana, que las acompañaban.
En fin, que me encantó pasar el día con mis amigas y espero
volver a verlas cuando la ocasión sea propicia.
4 comentarios:
Repito la envidia que me dan por compartir charla y bebida, pero sé que algunas fueron a mi salud :)
Recordar es vivir y es bueno de vez en cuando echar un vistazo a lo que hemos pasado, sobre todo si es con buenos amigos.
Siempre se agradece una reunión con amigas. A mí tampoco me gusta la horchata, quizá si fuese de otro color...
Pues la granizada de horchata con el suspiro de café ( así se llamaba) estaba buenísimo, y no me gusta la horchata.
A mí la horchata me encanta, con el color que sea y con suspiro o sin él. Y estáis bien guapas tomándola.
Publicar un comentario