Sinopsis:
Un Logan amnésico busca respuestas sobre su
pasado en el mundo del crimen organizado de Japón. Vulnerable por primera vez y
desafiando sus límites físicos y emocionales, no sólo se enfrentará al letal
acero samurái, también se verá en una lucha interna contra su propia
inmortalidad que le volverá más fuerte.
Ya hace unas cuantas
semanas que la he visto pero hasta ahora no había tenido ocasión de comentar.
No es la primera vez que hablo por aquí de los X-Men. Aunque no os lo creáis,
mi interés principal no es Hugh Jackman. Me gusta la
saga por su defensa de lo diferente, pues, a mi ver, los mutantes son un
trasfondo metafórico de los que no encajamos en los cánones de belleza o
estatus de la sociedad actual y pasamos de lo políticamente correcto. Los mutantes
luchan por su supervivencia, no porque tengan vocación de superhéroes. Por una
vez, los ideales del estilo de vida americano quedan al margen, lo que es de
agradecer. Como concesión a lo
políticamente correcto, Logan ya no fuma puros.
Con esta entrega, la saga
de los X-Men se mantiene gloriosamente viva, con entretenimiento y calidad,
uniendo ingredientes para gustos bien variopintos, desde las escenas de acción,
las luchas, los efectos especiales (algunos quizá recuerdan en exceso a Acero
puro), la visita turística por Japón y, cómo no, los pectorales del
australiano. Y qué brazotes: las venas de parecen rutas de GPS.
En plan gadget, si no
molaba poco la silla de ruedas del profesor Xavier, también quiero la cama
articulada del señor Yashida.
Como augura la escena de los títulos finales, hay saga para rato. Daré cuenta de ello por aquí, si no se me acaba la cuerda.
1 comentario:
Le hemos visto ya, en tantos domingos pasados que hemos dedicado a las salas de cine. Buena, entretenida, de calidad y tal como tú mencionas sin la etiqueta de lo gringo (como les decimos aquí a los estadounidenses).
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