Sinopsis:
El paleógrafo Benjamin Messer se encuentra ante el reto profesional más importante de su vida: descifrar unos manuscritos en arameo, datables en los inicios de la era cristiana, que han sido hallados en un lugar próximo a la Magdala bíblica.
Los manuscritos parecen una autobiografía, en forma de confesión, de un tal David Ben Jonah, un hombre que vivió acontecimientos históricos bajo el peso de la culpa por las repercusiones de su flaqueza espiritual. Como ese remoto escritor, Benjamin es un escéptico. Pero un escéptico progresivamente invadido por el espíritu de David, embarcado sin quererlo en un doloroso camino de iniciación que le llevará a una nueva plenitud.
De las dos historias que se intercalan, la del paleógrafo y la del protagonista de los manuscritos que el primero se encarga de traducir, no cabe duda de que la segunda es mucho más interesante. Cuesta creer que el primero se implique de tal modo en el judío del siglo I que hasta le cambie la personalidad e incluso el físico. Mi umbral de verosimilitud no llega a tanto.
Ignoro si Barbara Wood, la autora, será de religión judía. Sí está claro que el tema le apasiona y no viene mal aprender algo de dicha cultura. Por ejemplo, no sabía que, para nombrar los años, no dicen “después de Cristo”, pues para ellos Jesús no es el Mesías, sino “de nuestra era”.
Menos mal que la señora Wood, aunque a veces peque de repetitiva, tiene destreza narrativa y sabe entretener; de lo contrario, no me habría sido posible disfrutar de la novela.
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