Sinopsis:
Creyendo que su misteriosa y bella prima Rachel ha asesinado al hombre que le crió, Philip, un joven inglés, trama una venganza contra ella. Pero, a pesar de las pruebas que señalan que Rachel podría ser una asesina, Philip se enamora obsesiva e irremediablemente de ella en un marco idílico de una belleza visual incomparable y llena de tensión.
Las películas de época tienen muchas papeletas de que sean dramones. No se escapa esta adaptación de una novela de Daphne du Maurier que no he leído.
Encoge el corazón la nula libertad de la mujer en siglos pretéritos: pasaba de depender del padre a someterse al marido. Quizás las viudas llegaban a tener una mínima vida propia, por lo que se plantea que algunas féminas pudieran llegar a cometer asesinato para ello. No es justificable, pero a veces sí comprensible.
Ninguna objeción a la ambientación, tan cuidada en producciones de este calibre. Tampoco al elenco artístico. El problema es que no encuentro la química necesaria entre Rachel Weisz y el monísimo Sam Claflin. Qué rebonico es este chico. A ver cuándo nos sorprende con un papel más potente.
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