Sinopsis:
Cuando su novia desaparece, un hombre mudo se adentra en el sórdido submundo de un Berlín futurista (año 2056), donde sus acciones hablarán sin necesidad de palabras.
Si pensamos en una ambientación futurista de una urbe oscura, lluviosa y repleta de neones, es inevitable pensar en Blade Runner, máximo referente del género. En lugar de Los Ángeles, aquí estamos en un Berlín desligado de Europa que ha importado Amish para ayudar a recuperar sus valores. En efecto, todo más raro que un político honrado. A ello hay que añadir un submundo del hampa donde conviven traficantes con pederastas, por poner dos ejemplos.
Entre tanta depravación se encuentra un alma pura, un Amish que se quedó sin voz por culpa de una madre fundamentalista que se negó a que su niño fuera operado. Ese niño al crecer adquiere el rostro y el cuerpo de Alexander Skarsgård, que se servirá de ellos para comunicarse con unos y con otros sin necesidad de que sepan que es mudo. El pobre se enamora de la mujer equivocada que un día desaparecerá. En su búsqueda se topará con gentuza del submundo entre ellos, dos personajes sumamente desagradables encarnados por Paul Rudd y Justin Theroux, un señor que nunca me ha gustado, menos ahora.
Una historia un tanto errática que no me acaba de convencer. De hecho, solo se salva por la presencia de mi sueco favorito, que se las apaña para comunicar sus sentimientos sin articular una palabra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario