sábado, 6 de diciembre de 2025

Adiós a Sandro Giacobbe

 


No sabía que Sandro Giacobbe estaba tan enfermo. Su Jardín prohibido fue un exitazo en una España que salía de la dictadura donde no se podía hablar de sexo e infidelidades. Por cierto, mi amiga María Engracia estaba colada por él.

El cantante italiano Sandro Giacobbe, autor de clásicos de los años setenta como Señora mía o El jardín prohibido, ha fallecido a los 75 años en su casa de la localidad de Cogorno (norte de Italia), según han informado este viernes medios locales.

Giacobbe (Génova, 1949), quien padecía un tumor desde hace diez años, obtuvo notoriedad en las décadas de los setenta y los ochenta con sus baladas románticas, con las que logró trascender las fronteras italianas y llegar a otros países, principalmente a España. Entre su repertorio, el artista tradujo al español algunas de sus canciones más recordadas, como Señora mía, El jardín prohibido o Los ojos de tu madre. El pasado marzo había hablado de su enfermedad en el programa de televisión Domenica in, confesando que ya no podía caminar ni ponerse en pie.



Desde su publicación a mediados de los setenta, El jardín prohibido fue todo un éxito tanto en España como en Argentina o Chile. La canción narra una infidelidad en primera persona de una forma bastante peculiar. En las primeras estrofas, el protagonista, arrepentido, se sincera y le dice a su pareja que ha estado en brazos de su mejor amiga (“Esta tarde vengo triste y tengo que decirte, / que tu mejor amiga ha estado entre mis brazos. / Sus ojos me llamaban pidiendo mis caricias, / su cuerpo me rogaba que le diera vida”). A pesar de lo sucedido, él le confiesa que durante el acto solo pensaba en ella y que no volverá a suceder (“No lo volveré a hacer más, no lo volveré a hacer más. / Pues mi alma volaba a tu lado y mis ojos / decían cansados que eras tú, que eres tú, / que siempre esa eras tú”). No obstante, al llegar al estribillo, Giacobbe dice aquello de “lo siento mucho, la vida es así, / no la he inventado yo”, que suena a excusa exculpatoria, al tiempo que abre la puerta para futuras infidelidades porque, al fin y al cabo, “la vida es así”. ¡Menudo morro!

Descanse en paz.



No hay comentarios: