Sinopsis:
Año 2073. Hace más de 60 años la Tierra fue atacada; se ganó la guerra, pero la mitad del planeta quedó destruido, y todos los seres humanos fueron evacuados. Jack Harper (Tom Cruise), un antiguo marine, es uno de los últimos hombres que la habitan. Es un ingeniero de Drones que participa en una operación para extraer los recursos vitales del planeta. Su misión consiste en patrullar diariamente los cielos. Un día, rescata a una desconocida de una nave espacial y, entonces, se ve obligado a replantearse sus convicciones más profundas.
En un sorteo de la red me había tocado una entrada de cine en las salas del centro comercial de San Vicente, al que no solemos ir por lo caro que es. Pagué la otra entrada y al menos por el precio de una entramos los dos. Quisimos ver Oblivion, que es de las que requieren pantalla grande por encima de otras. Cuando acabó, no sabía bien qué pensar y le sigo dando vueltas incluso hoy, lo que, visto a posteriori, me parece bueno porque no es la típica peli de usar y tirar, de las que te olvidas a los pocos minutos de abandonar la sala. Salvando las distancias, me recordó a la sensación que se me quedó tras ver Blade Runner en mi primer o segundo año de universidad.
Mi primer choque mental fue que no se trataba de ciencia ficción pura sino que entroncaba con toques filosóficos, lo que, bien mirado, nos retrotrae a los orígenes del género: proyectar en el espacio y en el tiempo las eternas cuestiones de quiénes somos, de dónde venimos y adónde vamos. El mérito es que, para quien no quiera calentarse el coco con esta lectura, las meras peripecias de los personajes están entretenidas, aunque habrá quien eche de menos más acción y menos diálogos. No es mi caso, desde luego. Por otra parte, la combinación de majestuosos paisajes reales naturales con los efectos especiales visualmente atractivos está compensada. Como punto negativo, el tópico de que todos los cataclismos tienen su epicentro en Nueva York, el ombligo del mundo para los estadounidenses.
Todo lo anterior lo sustenta con solvencia Tom Cruise, que cada vez me gusta más, a pesar de que la trama no le permita abundar en sonrisas, su marca de la casa. Es de los pocos actores que ha sabido recoger el testigo de los clásicos y llenar la pantalla con su eficaz presencia. Además, tiene la generosidad de rodearse de buenos secundarios que lo arropan sin hacerle sombra. Mi queja es que sale poco Nicolaj Coster-Waldau, el Lannister Matarreyes.
Como resumen, creo que necesitaría otro visionado para saborearla mejor.
2 comentarios:
Creo que valdría ir al cine a verla, ojalá Tom recupere su popularidad.
Si hace 60 años tenemos que estar preparados en este año.
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