Como el año pasado se suspendió Halloween por la tragedia de la dana, este viernes regresó con más fuerza y niños y mayores paseaban por Agost, en una tarde estupenda, pidiendo truco o trato por los comercios. Qué casualidad que algunos cerraron precisamente esa tarde: hay que ser miserables para no comprar una bolsa grande de chuches, que como mucho puede costar cinco euros, y repartirlas entre los críos. Que sí, que pueden ser una lata y entorpecer la actividad comercial de una tienda, pero una mala tarde la tiene cualquiera. En fin...
Yo quedé con tres guapetonas para ir a merendar. Aunque había buscado los aditamentos de Halloween de fiestas anteriores, no llegué a utilizarlos pues en el supermercado me regalaron unos minutos antes una diadema promocional de Fanta que figura que un cuchillo de grandes proporciones me atraviesa la cabeza. Di el golpe: evidentemente no daba miedo sino risa. Una de mis amigas llevaba una discreta diadema de Catrina mientras que las otras dos sosas no se pusieron nada. Eso sí, nos pegamos una merienda cena de campeonato mientras, lo que es aún más importante, charlábamos de nuestras cosas.
La clase de mi sobrina nieta María organizó un escape room para recaudar fondos con vistas al viaje de fin de curso. Ahí está con su madre, que también participó, perfectamente caracterizadas.






1 comentario:
¡¡Oye, me encanta!! La diadema, fabulosa y muy propia, y los montajes están genial. Será por "deformación profesional", pero el que más me chifla es el de dama romana. ¿Vipsania, no? También estaba preciosa María, espero que los de su clase hayan conseguido una buena recaudación.
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