Sinopsis:
En abril de 1967, la autora y protagonista, por entonces joven aspirante a profesora de secundaria, supera el examen de capacitación en un liceo de Lyon para orgullo (y recelo) de su padre, antiguo obrero que, procedente del medio rural y tras trabajar duramente, ha acabado convertido en propietario de un pequeño comercio en las provincias. Para ese padre, todo eso significa otro paso adelante en su difícil ascenso social; sin embargo, poco le dura esta satisfacción, ya que fallece dos meses después.
Tenía curiosidad por este libro, propuesto por el club de lectura Rodallibres, porque no había leído nada de Annie Ernaux, premio Nobel de Literatura en 2022.
Si digo que de lo que más me ha gustado es el hecho de ser un libro de poco más de un centenar de páginas, no es muy positivo: me temo que no me ha entusiasmado la lectura, quizás porque no he podido empatizar con los personajes o por la narrativa cortante, casi aséptica a mi parecer.
Resulta que la vida pueblerina francesa de los años cincuenta y sesenta era prácticamente igual que la española. Y yo que pensaba que la de aquí era fruto de las limitaciones del franquismo. No sé diferenciar ese lugar que titula el libro, que se centra no sólo en los complejos y prejuicios, los usos y las normas de comportamiento de un segmento social de límites difusos, cuyo espejo es la culta y educada burguesía urbana, sino también en la dificultad de habitar en un espacio propio dentro de la sociedad.
No conozco más obras de la autora. Por este libro, desde luego que el Nobel no sería de merecer.