Sinopsis:
Después de más de 30 años de servicio como uno de los mejores aviadores de la Armada, Pete "Maverick" Mitchell se encuentra donde siempre quiso estar, superando los límites como un valiente piloto de pruebas y esquivando el ascenso de rango, que no le dejaría volar emplazándolo en tierra. Cuando se encuentra entrenando a un grupo de graduados de Top Gun para una misión especializada, Maverick se encuentra allí con el teniente Bradley Bradshaw, el hijo de su difunto amigo "Goose"...
Antes de ir al cine a ver esta película, quise repasar la original de 1986 cuyo estreno vi en su día en la gran pantalla también. Después la alquilé en el videoclub hasta que la compré en VHS. No revelo nada al afirmar que fue un hito de los ochenta para mi generación.
Aconsejo dicho revisionado para apreciar los paralelismos y las referencias, además de las relaciones entre los personajes, mucho más interesantes que las piruetas de los aviones, más parecidas a un videojuego, que ni me van ni me vienen. Por cierto, no se nombra el supuesto país que pone en peligro la seguridad del mundo entero, que conforme cuesta que la gente vaya al cine, solo falta crearse enemigos.
Tampoco me resulta tan interesante la nueva generación como la de la primera película. Así, confieso que se me saltó la lagrimilla en la única escena que Tom Cruise comparte con el inmenso Val Kilmer, ya retirado de la actuación por el cáncer de garganta, tal como contó en un documental.
Más que los aviones, el verdadero efecto especial es ver a Tom Cruise con casi sesenta años. Si se ha retocado estéticamente, olé por su cirujano, que lo ha dejado muy natural. Sigue con el mismo carisma de hace casi tres décadas pero ha aumentado en sabiduría tras trabajar con los mejores directores cinematográficos.
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