Gracias a Dios, el viaje a Madrid del 7 al 9 de agosto salió muy bien. Comentando los planes unos días antes a mi prima Laura y su marido, se animaron a acompañarnos, aunque no se alojaron en el mismo hotel. En cuatro horas nos plantamos en la capital, sin apenas tráfico y con la inestimable ayuda del GPS que, aunque de vez en cuando lía alguna pirula, en general es un gran invento.
No había ninguna razón especial para el viaje. Bueno, sí: se trataba sobre todo de ver amigos a los que echábamos de menos. El mismo viernes por la tarde ya quedé con mi querido amigo Jesús. Dimos un paseo por el Barrio de las Letras donde me llamaron la atención las inscripciones con citas literarias grabadas en el suelo. Entramos a un local llamado con el castizo nombre de La Maripepa donde me dio el antojo de tomarme un mojito: me dejé medio pues, poco acostumbrada al alcohol, enseguida se me subió.
Al rato nos encontramos con el matrimonio formado por Marisol y Tomás y su hijita Gema, a los que conocimos el año pasado en Tenerife. Hay que ver cómo ha cambiado la cría y el genio que ha desarrollado en este tiempo, menudo bicho está hecha; en cambio, cuando está de buenas y le da por sonreír, te la comerías. Mientras cenábamos en el restaurante Cervantes, Marisol nos preábamos en el restaurante Cervantes, Marisol nos preguntó a Jesús y a mí de qué nos conocíamos. Echando la vista atrás, calculamos entre quince y veinte años los que llevábamos manteniendo correspondencia, postal entonces, cibernética ahora. Y que dure pues Jesús es un gran amigo al que quiero mucho y espero no perder.
Al día siguiente nos reunimos con Juanjo, a cuya boda en Alcalá de Henares asistimos en septiembre de 2003. Teníamos mucho empeño en verlo para apoyarlo en estos difíciles momentos en que se está divorciando. Con él nos dimos un buen paseo desde El Prado hasta la Puerta del Sol pasando por Neptuno y el Congreso de los Diputados. Menos mal que el calor no era excesivo. En la parte negativa, las sempiternas obras que dificultan el paso y hasta ejercer de turistas pues en la Puerta del Sol ni siquiera se podía hacer fotos al reloj sin peligro a ser atropellado o a caer en un socavón. Mientras comíamos nos “entretuvimos” con el vergonzoso espectáculo de la persecución a los inmigrantes vendedores de CDs, DVDs e imitaciones de bolsos y monederos. Vale que no sea legal lo que hacen, pero tienen que comer, ¿no? Y peor sería que estuviesen delinquiendo de formas más graves.
Por la tarde, mientras Pedro y Juanjo se desahogaban en el hotel, me fui con Marisol y Gema a charlar a una terraza donde me cobraron 3,25 euros por una cocacola y 4 por un granizado de limón. Sin comentarios.
Al rato de marcharse las chicas, llegó Jesús, que me paseó hasta llegar a la Plaza Mayor donde nos juntamos con mi prima y su marido. Cenamos y dimos una vuelta para saborear el Madrid la nuit.
Al rato de marcharse las chicas, llegó Jesús, que me paseó hasta llegar a la Plaza Mayor donde nos juntamos con mi prima y su marido. Cenamos y dimos una vuelta para saborear el Madrid la nuit.
El domingo por la mañana nos dirigimos al Museo del Prado a ver la exposición de Sorolla, de la que os hablaré después. De allí al hotel a recoger las maletas y caminito a casa. Llegamos cansados pero felices por la escapada y con las baterías recargadas.
Besos matritenses.
Besos matritenses.
3 comentarios:
Estupendo reportaje. Jesús estàs muy guapo. La edad os mejora tanto a ti como a Conchi.
No os pasa como a Nicolas Cage ja ja
Bello Madrid y tú igualmente mi querida amiga
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