domingo, 3 de octubre de 2010

Lisboa



No podíamos irnos de Portugal sin visitar su capital, Lisboa. Era mi segunda vez pues ya estuve allí en 1998 con motivo de la Expo.

Primero paramos en la torre de Belém, obra de Francisco de Arruda, que constituye uno de los ejemplos más representativos de la arquitectura manuelina. Se encuentra situada en la desembocadura del río Tajo (ver foto de abajo), en el barrio de Santa Maria de Belém de esta ciudad al suroeste de Lisboa.
Parte de su belleza reside en la decoración exterior, adornada con cuerdas esculpidas en piedra, galerías abiertas, torres de vigilancia en estilo mozárabe y almenas en forma de escudos decoradas con esferas armilares, la cruz de la Orden de Cristo y elementos naturalistas, como un rinoceronte, alusivos a los descubrimientos en ultramar.
 

No podía dejar el país sin una muestra de sus bellezas masculinas y qué mejor muestra que estos amables soldados vestidos con sus uniformes. Para mi vergüenza, con ellos constaté algo que llevaba observando durante mi estancia en el país: que muchos portugueses chapurrean español mientras que el desconocimiento de mis compatriotas hacia la lengua vecina es supino. A ver si vamos aprendiendo.



El Monasterio de los Jerónimos de Santa María de Belém, se ubica también en el barrio de Belém. Diseñado en estilo manuelino por el arquitecto Juan de Castillo, fue encargado por el rey Manuel I de Portugal para conmemorar el afortunado regreso de la India de Vasco de Gama, se fundó en 1501 en la antigua ermita fundada por el Infante D. Enrique. La primera etapa constructiva de la iglesia nueva comienza en 1514 y fue ampliándose y modificándose hasta el siglo XX. Se financió gracias al 5% de los impuestos obtenidos de las especias orientales, a excepción de los de la pimienta, la canela y el clavo, cuyas rentas iban directamente a la Corona.


A pocos metros de los Jerónimos se encuentra la pastelería Casa Pastéis de Belém, la más antigua de Lisboa, fundada en 1837. Desde entonces, en este local se viene trabajando ininterrumpidamente tanto para la venta como para el consumo allí mismo de los pasteles, que se acompañan de azúcar y canela en polvo espolvoreados.

Los pasteles de Belém son tortitas de crema, de unos 8 centímetros de diámetro, elaboradas según una receta secreta que no ha sido desvelada en casi doscientos años y que, supuestamente, sólo tres personas conocen en el planeta. La pasta es de hojaldre. La crema tiene una base fundamental de yema de huevo, leche y azúcar. Se comen tanto en caliente como en frío. Creedme que están deliciosos.


El centro histórico de la ciudad se compone de siete colinas, siendo alguna de las calles demasiado empinadas para permitir el paso de vehículos; la ciudad se sirve de tres funiculares y un elevador (elevador de Santa Justa). La verdad es que la mayor parte de Lisboa es difícilmente accesible a los discapacitados por sus tremendos desniveles, como veis en la foto de abajo. Menos mal que la guía nos hizo una visita panorámica y pude ver buena parte de sus barrios desde el autobús.



La Praça do Comércio fue el terreno donde se asentaba el Palacio Real de Lisboa durante más de 200 años. En 1511, D. Manuel I cambió su residencia desde el Castillo de San Jorge (al fondo, en la foto de abajo) a este lugar al lado del Tajo. Los nuevos edificios, con arcadas rodeando la plaza están ocupados actualmente por ministerios.


Estatua de José I en la Praça do Comércio, colocada en 1775 como parte de la reconstrucción de Lisboa tras el Terremoto de 1755.


Y aquí termina el relato de mis andanzas por Galicia y Portugal del 22 al 28 de agosto de 2010.

3 comentarios:

Johnny dijo...

Eres una guía fantástica pera ilustrar los viajes, mis felicitaciones por tener la oportunidad de ver tantos lugares y que a tus amigos nos incluyas en ellos. Sigo con la envidia a flor de piel.

Mari Pau dijo...

Por fin consigo conectarme aquí en el instituto (Internet aquí va fatal). Así me gusta, que te hagas fotos con una representación masculina potable. Por lo demás, excelente reportaje, muy completo.

ana dijo...

Pero un viaje con muchas visitas en tan pocos días.