Caperucita Roja

Sinopsis:
En “Caperucita Roja”, Amanda Seyfried interpreta a Valerie, una bella joven en una encrucijada por dos hombres. Está enamorada de un chico más bien retraído, Peter (Shiloh Fernández), pero sus padres han organizado su matrimonio con el adinerado Henry (Max Irons). Ante la perspectiva de separarse, Valerie y Peter están planeando fugarse juntos cuando se enteran de que la hermana mayor de Valerie ha sido asesinada por el hombre-lobo que vive en el oscuro bosque que rodea su población.

Durante años, la gente ha mantenido un complicado pacto con la bestia ofreciéndole un sacrificio animal cada mes. Pero a la luz de una luna color rojo sangre, el lobo ha decidido subir ese precio matando a un humano. Deseosos de venganza, los habitantes llaman a un famoso cazador de hombres-lobo, el Padre Solomon (Gary Oldman), para que les ayude a matar al animal. Pero la llegada de Solomon tiene consecuencias imprevistas ya que pone en alerta al animal, que adopta una forma humana durante el día, por lo que podría ser cualquiera de ellos.

Cuando las sangrientas exigencias por el animal aumentan con cada luna, Valerie comienza a sospechar que el hombre-lobo podría ser alguien a quien ella ama. A medida que el pánico se extiende por la ciudad, Valerie descubre que mantiene un vínculo único con la bestia, un vínculo que inexorablemente les arrastra a estar juntos, convirtiéndola tanto en sospechosa como en cebo al mismo tiempo.

Si no hubiese sabido que la directora era la misma de Crepúsculo, habría acabado figurándomelo. Hasta los bosques y los lobos parecen los mismos. Podrá gustar al público adolescente, pero tal vez el resto no disfrutemos demasiado de la amalgama de tópicos "tétrico-románticos" desplegados ante nosotros. Como no podía ser de otra manera, incluye una tempestuosa relación amorosa a tres bandas como trasfondo, la protagonista y dos mozalbetes, majos ambos pero que no me dicen ni fu ni fa. No me adapto al tópico de loba cuarentona embebecida por la carne joven, por muy compacta que esté.

La directora nos va pasando de sospechoso a sospechoso de quién es el hombre-lobo asesino cada pocos minutos, lo que nos lleva a la conclusión de que ése en concreto no es, pues se sabe que no se descubrirá hasta el final. Mientras tanto, por un paisaje permanentemente nevado, donde se supone que ha de hacer un frío que pela, transita la joven con una preciosa capa con caperuza roja bajo la cual se ven sus bracitos desnudos. Que te dan ganas de decirle: ¡muchacha, tápate, que te va a dar una pulmonía! O será que la chica, con esos pretendientes tan buenos mozos, tiene la sangre caliente y no necesita más abrigo. Vaya usted a saber.