Sinopsis:
Sandra ha decidido retirarse a un pueblo de la costa levantina: ha dejado el trabajo y, embarazada, pasa los días intentando aplazar la decisión de qué hacer con su vida. En la playa conoce a un matrimonio de octogenarios noruegos que parecen la solución a los problemas de Sandra.
Julián, un anciano que acaba de llegar de Argentina, superviviente del campo de exterminio de Mauthausen, sigue paso a paso las idas y venciidas de los noruegos. Un día Julián aborda a Sandra y le revela detalles de un pasado que a Sandra sólo le suenan por alguna película o algún documental: horrores en blanco y negro que no tienen nada que ver con ella. Aunque el relato de Julián le parece a Sandra descabellado, empezará a mirar de una forma nueva a los amigos, las palabras y los silencios de la pareja de ancianos, sin darse cuenta de que el fin de su inocencia está poniendo su vida en peligro.
Esta novela prometía mucho pero no acaba de cuajar. El caso es que ganó un premio Nadal, habría que leer los otros que se presentaron. Veamos, el punto de partida es muy bueno: la protagonista va a descansar y a poner en orden sus ideas a un pueblo costero llamado “Dianium”, seudónimo evidente de Denia, y se topa con unos ancianos noruegos nazis. Lo que podría haber sido una buena historia de terror psicológico si hubiese desarrollado unos personajes sólidos se diluye en escenas repetitivas, comportamientos absurdos y subtramas confusas, como si la autora no supiese por dónde continuar.
No es tan mala como la pinto, creo, pero me decepcionó porque el tema de la presencia nazi en Denia es muy jugoso y complejo y puede dar más de sí. Ojalá lo retome alguien y le haga justicia.
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