Teniendo tan cerca, a apenas 20 km, las maravillosas playas de la Costa
Blanca, disfrutadas por miles y miles de visitantes nacionales y extranjeros
cada año, os extrañará que no me acerque a ellas. No puedo decir que sea por problemas
de accesibilidad pues afortunadamente los accesos son cada vez mejores y muchas
de ellas cuentan con sillas anfibias para que todos podamos sumergirnos en el
Mediterráneo.
El caso es que no me gusta ir a la playa. Quizá lo que
no soporto son las aglomeraciones, las peleas por unos centímetros cuadrados
donde depositar la toalla, los balonazos de los críos, la arena hasta en la
boca y, además de muchos otros factores, las quemaduras del sol. Debo de tener
una especie de heliofobia, si es que existe, porque tener que moverme bajo el
sol fuerte se convierte en una pesadilla.
Que sí, que probablemente son manías mías. Porque, por ejemplo, nuestra
amiga Mari Pau se ha aficionado a ir a la playa, que por algo vive en Denia,
una perla de la Costa Blanca.
Y yo me pregunto: ¿será que en la costa dianense
proliferan especímenes como los que ilustran esta entrada? Si es así, querida
amiga, dos cosas: primero, si a tu marido le cuesta animarse a acompañarte, no te
enfades ni insistas, mujer; y segunda, avísame, que supero la playafobia al
instante con un tratamiento de choque como este.
Dedicado a mis amigas del blog, que al menos algún playero de estos
encontrarán de su agrado. Y si no, que se lo hagan mirar.
2 comentarios:
Yo soy como tú, nada de playa. El sol me causa alergia en la piel, la arena me pica y el mar me impone. Aunque el próximo fin de semana llevaremos a las niñas a la playa de Matamoros para que se distraigan un poco antes de volver a clases el próximo 20 de agosto. Aymé agradece las imágenes que ilustran este comentario.
Pues a mí me encanta la playa, aunque más bien lo que me gusta es nadar (vale, chapotear) y pasear arriba y abajo.
En Suances no tenemos ejemplares tan rotundamente atractivos como los que nos has puesto, Conchi, pero doy fe de que este verano he estado ojo avizor y he avistado más de uno que estaba en buena forma física. Porque había que ver qué formas.
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