Sinopsis:
Nueva York, 1936. La
pequeña casa de comidas El Capitán arranca su andadura en la calle Catorce, uno
de los enclaves de la colonia española que por entonces reside en la ciudad. La
muerte accidental de su dueño, el tarambana Emilio Arenas, obliga a sus
indomables hijas veinteañeras a tomar las riendas del negocio mientras en los
tribunales se resuelve el cobro de una prometedora indemnización. Abatidas y
acosadas por la urgente necesidad de sobrevivir, las temperamentales Victoria,
Mona y Luz Arenas se abrirán paso entre rascacielos, compatriotas, adversidades
y amores, decididas a convertir un sueño en realidad.
Aunque la novela anterior de María Dueñas que había leído, Misión Olvido, no me convenció, admito que este libro me ha
devuelto la fe en su pericia y su encanto narrativos. Y que he disfrutado
de las más de 600 páginas que narran las vicisitudes de las muchachas que dan título
a la novela, y las de tantos personajes secundarios que aportan colorido y
verosimilitud a la historia.
En una época en la que la migración
está tan cuestionada por ciertos sectores de la sociedad, conviene echar la
vista atrás y recordar cuando los españoles tuvimos que dejar la patria en
busca de un futuro mejor. Frente a la hostilidad de la tierra que recibe, la
solidaridad de los compatriotas que llegaron antes.
El protagonismo de las féminas es
indiscutible y son un ejemplo de supervivencia en una época, principios del
siglo XX, en que estaban supeditadas a una figura masculina. Con todo, luchan
por su futuro, sin necesidad de atarse a un hombre para salir adelante, lo que
es de agradecer, aunque el final no sea tan idílico como muchos desearían.
Aunque me he fijado, no he detectado
ningún error gramatical, semántico ni sintáctico. Menos mal, porque a María
Dueñas, que es filóloga, no se lo habría perdonado. Pese a superar el medio
millar de páginas, tampoco he tenido la sensación, demasiado familiar en mis
últimas lecturas, de que sobraban. Lo dicho, un encanto de novela.
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