Sinopsis:
Una maldición recorre las vidas de Elvira, Ángela y Caterina: elegir a hombres que no las supieron amar.
Elvira se casó con Evaristo, un demonio que sembró el miedo y la locura. Su hija Ángela renunció a sí misma por un marido ausente, siempre en los brazos de otras, incapaz de ocuparse ni de ella ni de sus hijas. Y la indómita Caterina, tercera de la saga, acabó enamorada de otro ser diabólico, sin tener conciencia del peligro que corría. Sólo Ayanta, última descendiente, se enfrentará a su herencia transitando el camino de los recuerdos y de la verdad.
Esta novela obtuvo el premio finalista del Planeta el año pasado. No he leído Yo, Julia, la vencedora (no me apetece de momento embarcarme en sus 704 páginas), pero la que acabo de leer me ha gustado mucho.
La historia de cuatro mujeres, cada una hija de la otra, avanza y se retrotrae en oleadas, hasta que concluye al final para dejarnos un sabor agridulce, que al fin y al cabo es el sabor de la vida.
La novela destila amor por la palabra escrita, de ahí el uso de epístolas, diarios, notas que pusieron negro sobre blanco los personajes. Me emociona que la autora utilice sus propios recuerdos personales, a los que añade las pesquisas para rellenar los huecos de las historias, para sumergirnos en una familia, que por muy atípica que parezca, ofrece puntos con los que identificarse.
De los personajes reales solo reconozco a Fernando Sánchez Dragó, padre de la autora, con quien comparte profesión gracias a que desde pequeña la conminaba: "Escribe, escribe, escribe", así, por triplicado.Y ese amor por la palabra escrita se demuestra en la cuidada expresión, en el gusto por la cadencia del vocabulario y la corrección, a la par que la belleza.
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