Sinopsis:
Camilo Sesto decide adaptar, en plena dictadura, Jesucristo Superstar, musical moderno, transgresor y con un éxito internacional que revoluciona el país y hace historia. Una odisea llena de contratiempos, algunos fortuitos, pero muchos de ellos provocados por la propia coyuntura del momento. La serie se adentra en el alma del artista, en explorar qué le llevó a arriesgar su patrimonio y su carrera en un contexto tan complicado y a renunciar a él, en pleno éxito, con un gesto definitivo, afeitarse la barba para un anuncio y donar el importe a un orfanato.
Tras lo mucho que me gustó la serie sobre Miguel Bosé, tenía curiosidad por ver qué habían hecho con la figura del gran Camilo Sesto.
La primera diferencia, que considero un acierto, es centrarse en un periodo determinado de su carrera, el que comprende la gestación y puesta en marcha del proyecto inusual para la España de 1975, con los últimos coletazos del franquismo, que fue Jesucristo Superstar. Por cierto, ¿por qué se intercala una s enmedio y dicen Superestar cuando en la banda sonora se pronuncia bien? No lo entiendo.
Sin dejar la cuestión lingüística, también me chocó que Camilo, cuando habla valenciano, emplee terminaciones verbales más propias del norte, que no se utilizan en Alcoy.
Me costó al principio creerme a Alejandro Jato como Camilo. ¿Tanto habría costado ponerle unas lentillas azules para que se pareciera un poco más?
Por lo demás, me ha agradado la recreación de la época y recordar la maravilla de la ópera rock que marcó un antes y un después, y que me encantó ver con el rostro y voz de Gerónimo Rauch.
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