Sinopsis:
Londres. Un diciembre nevado, 1888. Sherlock Holmes, de 34 años, languidece y ha vuelto a la cocaína tras una desastrosa investigación sobre Jack el Destripador. Watson no logra consolar ni reanimar a su amigo, hasta que llega de París una carta codificada de modo extraño. Mademoiselle La Victoire, una hermosa cantante de cabaret francesa, cuenta que el hijo ilegítimo que tuvo con un lord inglés ha desaparecido y que ella ha sido atacada en las calles de Montmartre.
La figura de Sherlock Holmes es un filón inagotable; de hecho, es el personaje que más veces ha sido representado en películas y series, según tengo entendido.
Hace poco surgió en la novela de Arturo Pérez-Reverte El problema final.
La autora coloca al detective en la misma época que Arthur Conan Doyle, pero desde las primeras páginas es patente la influencia de la serie de la BBC protagonizada por mi querido Benedict Cumberbatch. No son obsesiones mías, que la escritora lo confiesa al final del libro en el apartado de agradecimientos. También mantiene el interés de las novelas originales.
Lo curioso es que llegó a mis manos por la iniciativa de la biblioteca Enamórate de un libro, donde estaba envuelto en un papel que no dejaba entrever la portada. Fue un acierto.
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