Aunque no tanto como ayer, sigue haciendo un frío pelón. Y pensar que hace algo más de una semana salía a pasear por Tenerife a eso de las 8 de la noche y el termómetro callejero marcaba 19º C…, qué mal repartido está el mundo. Y eso que apenas vimos el sol en la semana que pasamos allí. Por ello los lugareños se quejaban del tiempo tan horrible que estaban sufriendo. ¿Horrible? Ya firmaba yo por esa temperatura para todo el invierno.
Puesto que ha surgido el tema, comenzaré a contaros algo del viaje antes de que el tiempo transcurrido me lo diluya de la memoria. Tendría que haber tomado nota cada noche de los lugares que visitamos y de las anécdotas que vivimos para que no se me hubiesen olvidado y mi narración no fuese tan caótica e imprecisa.
El hotel Noelia Sur se halla en el municipio de Arona, en la zona de la Playa de las Américas, en el sur de la isla. Ésta es la conocida como zona de los guiris, más al estilo de Benidorm en el sentido de locales de restauración y ocio enfocados a los europeos sobre todo del norte, no en el desmadre urbanístico, que en eso no hay quien supere a mis paisanos.
La mayor parte de los huéspedes del hotel eran asimismo guiris: británicos, alemanes, escandinavos y franceses sobre todo. Los espectáculos nocturnos se destinaban a ellos también. Por ejemplo, una noche cuatro tipo vestidos y peinados de Beatles de los ’60 cantaban sus temas más poperos; otra, tres chavales interpretaban, muy bien por cierto, buena parte del musical de Queen “We will rock you”; otros tres carrocillas nos obsequiaban con clásicos en inglés… Con todo ello yo me preguntaba cómo me sentaría, en el hipotético caso de estar de vacaciones en Brighton, por poner un ejemplo, que en el show nocturno me saliera un imitador de Manolo Escobar o unos señores me cantasen zarzuela. ¿Tanto les cuesta a los guiris aceptar que no están en su casa? Señores, por mucho que les atiendan y les canten en inglés, ese clima tan benigno no lo tendrán en su país ni aunque todos los agoreros del cambio climático se quedasen cortos en sus profecías. ¡Que están en el extranjero! ¿No pueden hacer el mínimo esfuerzo de probar algo nuevo? Pues no, que aquí me las traigan todas.
Otro de los espectáculos fue un show de animales exóticos. El presentador, canario, soltaba su perorata en castellano y en un inglés tan macarrónico que de haberlo tenido en mis clases lo habría suspendido directamente. A lo que iba, los bichos. Sacaron a Pedro al escenario y le vendaron los ojos amenazándolo con que iba a sostener una fiera corrupia que resultó ser un simpático coatí. También tenían aves que volaban sobre nuestras cabezas y tuve la ocasión de acariciar un búho real y un águila real. Dónde están las fotos, os preguntaréis. No existen, pues los muy espabilados querían cobrar por ellas y por ahí no paso.
Lo bueno del hotel, entre otras cosas, es que está bastante bien acondicionado para los discapacitados, a excepción de la terraza superior a la que sólo se podía acceder por escaleras. Pedro sí subió a tomar fotos en cuanto se enteró de que junto a las dos piscinas había una zona nudista. Lo siento por él pero la mayoría de las señoras no cumplían ya la sesentena.
La accesibilidad del hotel quedaba probada por la gran cantidad de sillas de ruedas, aparte de las de nuestro grupo, que poblaban el comedor a la hora de la cena. Siempre nos saludábamos con una semisonrisa pues no sabía de qué país eran. En especial a dos chicas muy majas (hubo quien pensaba que eran pareja) que me devolvían el saludo. Al final el último día me decidí a dirigirme a ellas. Resulta que eran galesas, de Cardiff, y muy simpáticas. Una pena no haberlas abordado antes pues podríamos haber entablado amistad.
Además de la accesibilidad del municipio de Arona, lo que me llamó la atención fue la inexistencia de semáforos en el centro urbano ¡y los conductores respetaban los pasos de cebra! Alucinante. Por ejemplo, en Agost la pintura que se usa en repasarlos es dinero tirado a la basura, ya lo tengo advertido al Ayuntamiento.
En un terreno más frívolo, se nota el poderío del turismo de la zona pues los centros comerciales son de alto copete donde se venden las primerísimas marcas. Por supuesto, ni se me ocurrió entrar, no porque mi bolsillo no se lo pudiera permitir (ejem) sino porque allí sólo tienen ropa para anoréxicas. Que se chinchen por no ofertar ropa de mi talla.
Para otro día queda el itinerario turístico. Continuará...
3 comentarios:
Que envidia,sigue contandonos.
Cuéntanos algo de las excursiones magníficas que habrás hecho.
Por las fotos parece que habeis tenido buen tiempo, habrá sido la excepción del país.
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