A Agost también ha llegado la moda de poner nombres raritos a los críos: por ejemplo, de los seis bautizados, recuerdo que a dos niñas las llamaron Selene y Nayara. ¿Dónde quedaron aquellos tiempos en que sólo se podían poner nombres del santoral? Menos mal que la Iglesia se va modernizando en algunas cosas pero de momento no en las fundamentales.
En la foto de arriba, Leonardo y Adrián, padre y padrino de Anna. En la de abajo, Verónica, la guapa mamá.
Tras la ceremonia, el generoso padrino, el hermano menor del padre de la criatura, cumplió con la tradición de lanzar caramelos y monedas a los invitados en el camino desde la parroquia al restaurante Nou Palacio donde comimos opíparamente. Además, nos lo pasamos en grande ríe que te ríe pues nos sentamos en la mesa de los amigos de los padres de la niña. La juventud, ayudada por una sucesión de botellas de vino, hicieron gala de su buen humor del que nos contagiamos si es que no queríamos amuermarnos. Lo cierto es que nos lo pasamos muy bien.
1 comentario:
La niña es preciosa y esta muy hermosa.
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