JLo tira de pelucones y extensiones para
encarnar a mujeres de distintas décadas, desde los 50 hasta la actualidad, y
entonar un supuesto canto de reivindicación feminista frente al machito
dominante al que ha de prepararle la comida y lavarle los gayumbos mientras él
se dedica a jugar, quién sabe si a Pokémon Go.
Eso sí, el feminismo suyo no está reñido
con aparecer en todo momento monísima, que para eso es una diva, y como tal
domina el gesto del índice extendido para negar enfáticamente que la situación
de esclavitud vaya a continuar. La perfecta manicura lo confirma.
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