Sinopsis:
Amanda,
una entusiasta seguidora de Jane Austen, vive en el Londres actual con su novio
Michael, hasta que descubre que puede intercambiarse con el personaje ficticio
de Austen, Elizabeth Bennett...
Al leer
una novela que nos gusta o ver una película que es de nuestras favoritas, más
de una vez nos habremos planteado cuánto nos encantaría vernos metidos en esa
historia. Esta miniserie nos muestra que quizá lo forjado en
nuestra imaginación no era tan ideal. La protagonista se ve inmersa en el mundo
de su novela favorita: Orgullo y prejuicio, de Jane Austen. Al principio, le
encanta el vestuario, el lenguaje, los modales, la ambientación y demás. Pronto
se dará cuenta que una mujer del siglo XXI no tiene mucho que ver con la sociedad
de la Regencia que reflejaba la escritora inglesa. Puritanismos aparte, lo que
más me chirría de estas novelas es el flagrante clasismo basado, más que en el
abolengo de las familias, en la situación económica. Qué cansinos con tanto
hablar de rentas y de posesiones. Siempre se ha dicho que hablar de dinero es
de mala educación, de modo que no sé por qué se jactan de buenos nodales esos
ingleses.
Pese a todo, el carácter romántico de la protagonista la llevará a
enamorarse de Mister Darcy, no entiendo la razón, porque es otro soberbio
clasista que parece que lleve un palo metido por el culo. Ese es el problema
que veo en la serie, que Elliot Cowan, el actor que da vida al personaje no
está a la altura, aunque nos rememore la escena salir del agua con la camisa
pegada al cuerpo. Por lo demás, me ha encantado ver a dos guapos Toms ingleses que
luego conocería en otras series. Me refiero a los aquí jovencísimos Tom Mison
antes de Sleepy Hollow y a Tom Riley antes de Los demonios de Da Vinci. Y otro
aspecto bueno que tienen estas series inglesas, aparte de su calidad, es que se
trata de pocos capítulos, y no cansan.
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