Sinopsis:
Faye lleva una nueva vida en un pueblo de Italia. Su compañía Revenge va viento en popa y su exmarido está en la cárcel. Pero justo cuando piensa que todo ha vuelto a la normalidad, su pequeña burbuja de felicidad se ve de nuevo amenazada al descubrir que alguien intenta arruinar el sueño por el que tanto ha luchado. Los fantasmas del pasado todavía parecen estar muy cerca y dispuestos a arrebatarle todo lo que es suyo. Faye tiene que regresar a Estocolmo para salvar lo que más quiere.
Se trata de continuación de Una jaula de oro, que leí el año pasado. Sigue con las vidas de las supervivientes a hombres maltratadores, más en el plano psicológico que físico, lo que no es menos dañino. Salvando múltiples dificultades financieras que parecen remitir al marido de Faye, la protagonista, en la cárcel por su conducta y las maquinaciones de ella, las féminas de la novela siguen adelante haciendo gala de una sororidad que a veces cuesta creer, aunque aplaudo.
Por muy feminista que me sienta, lo que no puedo tolerar que los hombres, todos los que aparecen, sean tan malvados. Además, Faye no tiene nada de santa, que ha cometido atrocidades. ¿La perdonamos porque fueron actos de venganza por las barbaridades que sufrió a manos de hombres? ¿Entonces lo ideal es tomarse la justicia por su mano? Al final, me da la impresión de que busca el aplauso de sus lectoras, que no creo que tenga muchos seguidores masculinos.
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