Sinopsis:
Enero de 1942, 400.000 judíos de toda Polonia llevan más de un año confinados por los nazis en un estrecho gueto en mitad de la ciudad. Fuera del muro, la vida sigue adelante. Dentro, sus habitantes luchan por sobrevivir. Sin embargo, el alto muro de ladrillos no consigue parar la creación de un grupo de actores judíos que, en una helada noche invernal, interpreta una comedia musical en el teatro Fémina.
El sábado 4 fui a ver esta maravillosa película dirigida por Rodrigo Cortés, hombre del Renacimiento trasladado al siglo XXI por su erudición en tantos campos y la facilidad para transmitir los conocimientos con un lenguaje preciso y ameno en pódcasts como Todopoderosos y Aquí hay dragones, de los que hablaré algún día.
La película arranca con un virtuoso plano secuencia que ya nos anuncia que el tema no le va a faltar dureza: el gueto judío de Varsovia durante la ocupación nazi no es una fuente de risas. No obstante, la esperanza no desaparece ni las ganas de evadirse en un entorno tan hostil. Con la muerte alrededor, los vivos se aferran a la comedia y a la música que les ofrece una compañía de teatro con un vodevil musical, composiciones, por cierto, del propio Cortés.
La cámara, más que filmar, parece que se desliza por ambos lados del telón, para recoger el drama personal de los personajes en contraposición a las risas que quieren provocar.
Una maravilla de sensibilidad y exquisitez de factura.
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