Sinopsis:
Bridget está sola después de enviudar hace cuatro años, cuando Mark murió durante una misión humanitaria en Sudán. Es la madre de Billy, de nueve años, y de Mabel, de cuatro, y se encuentra en una especie de limbo emocional mientras cuida a los niños con la ayuda de sus mejores amigos y de un antiguo amante, Daniel Cleaver. Presionada por su familia urbana, compuesta por Shazzer, Jude y Tom, su compañera de trabajo, Miranda, su madre y su ginecóloga, la Dra. Rawlings, se siente obligada a interesarse por la vida y el amor. Trabaja de nuevo e incluso prueba con una app de citas, a través de la cual conoce a un soñador bastante más joven que ella. Mujer trabajadora, ama de casa, madre y enamorada (a medias), Bridget se enfrenta al enjuiciamiento de las madres perfectas en el colegio, se preocupa por Billy, que no acaba de acostumbrarse a no tener un padre, y mantiene una extraña relación con el muy racional profesor de Ciencias de su hijo.
Tenía previsto ir al cine a ver esta película. El plan se me torció porque no podía salir de casa, por las obras.
Compensaciones de la vida, la he encontrado por la red de redes en perfecta calidad de imagen y sonido; y, además, en versión original subtitulada, como a mí me gusta: es un mérito el clavado acento inglés de Renée Zellweger, lo que no es habitual en actores estadounidenses, mientras que al revés sí.
Lo primero que me chocó fue la ausencia de sobrepeso de Bridget, leit motiv de los primeros libros y películas. A ver si es que, al contrario de la mayoría de las mujeres, adelgaza con los embarazos.
Pasada dicha impresión, en cuanto se presentan los personajes nuevos, ya se sabe cómo va a terminar, que para eso una está curtida en comedias románticas. Aun así, resulta agradable de ver, y es una delicia la presencia de Colin Firth y Hugh Grant, este último descacharrante en una caricatura de sí mismo.
Yo diría que no habrá más películas de Bridget Jones, pero nunca se sabe.
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