Sinopsis:
Hugh Jackman repite el papel que le encumbró como estrella - la feroz máquina de luchar que posee increíbles poderes curativos, garras retráctiles y una furia sobrenatural. X-Men Orígenes: Lobezno cuenta la historia del pasado violento y romántico de Lobezno, su compleja relación con Víctor Creed, y con el siniestro programa Arma X. Por el camino, Lobezno se encontrará con numerosos mutantes, conocidos y nuevos, incluyendo varias leyendas muy esperadas del universo X-Men.
Con el febril entusiasmo que por Hugh Jackman tengo últimamente quizás deduzcáis que él era la única razón para desear verla. Pues no del todo. Vaya por delante que entre las películas de superhéroes, la saga de X-Men es mi favorita; de hecho, tengo las tres entregas en DVD, que son mejores que ésta, todo hay que decirlo. Me encantan por su defensa de lo diferente, pues los mutantes me parecen un trasfondo metafórico de los que no encajamos en los cánones de belleza o estatus de la sociedad actual y pasamos de lo políticamente correcto. Los mutantes luchan por su supervivencia, no porque tengan vocación de superhéroes. Por una vez, los ideales del estilo de vida americano quedan al margen, lo que es de agradecer, sobre todo en estos tiempos bélicos de los que se hace una crítica más o menos velada.
Si encima sale un tiarrón, en todos los sentidos, como Hugh Jackman, pues mejor que mejor. No sólo él: también están de toma pan y moja dos de los acompañantes, Ryan Reynolds, el marido de Scarlett Johanson, y en el papel de Gambito un chaval canadiense llamado Taylor Kitsch al que habrá que seguirle la pista, seguro que dará que hablar...
La que nos ocupa es una precuela que se podría visionar perfectamente antes de la primera entrega de la saga. Está tan bien diseñada y estudiada que conecta con ella sin dejar ni un cabo suelto. La escena de los títulos de crédito está logradísima: de una manera muy original nos narra el sinsentido de las guerras de la historia contemporánea. El resto de la película, sin pretender más que entretener, cumple su propósito. Tiene su historia de amor, trata las relaciones familiares, el amor-odio entre hermanos, la dicotomía animal-humano.
Y sí, está Hugh Jackman que llena la pantalla con su presencia más que lobuna, de macho humano capaz de poner en celo a las hembras de su especie, y eso que con esos pelos de delito, tanto en la cabeza como faciales, no sale muy favorecido en los primeros planos. En compensación, no se muestra nada rácano en mostrarnos ese cuerpazo que mamá genética le dio y que él perfeccionó a golpe de régimen y gimnasio, Dios bendiga su generosidad. Con un Lobezno como él, definitivamente quiero ser Caperucita.
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