Hace poco, ha tenido lugar el debate sobre el estado de la nación en el Congreso, un sitio donde personas adultas y teóricamente responsables van a insultarse (como La Noria, pero pagado con dinero público). José Luis Rodríguez Zapatero decidió hacer frente a esa crisis que finalmente parece haber descubierto que existe con un montón de medidas que, al menos, no tienen mala pinta. Sin embargo, como dice la sabiduría popular, del dicho al hecho hay un trecho, y en el caso de nuestro Presidente, el trecho se convierte en una distancia que habría que calcular con los ordenadores de la NASA, por lo menos.
Por su parte, Mariano Rajoy se jacta de haber ganado el debate (lo bueno de no haber un resultado cuantitativo es que cada uno dice lo que le sale de todo lo que sería el escroto y alrededores), pero en realidad utilizó la vieja táctica de decir cosas para conseguir votos en lugar de hacerlo para conseguir soluciones. Fue un trámite, en fin. ZP dice que es culpa de Rajoy, Rajoy dice que es culpa de ZP, y luego ambos se van tan tranquilos a sus respectivas casas. Casas que no sufren por pagar y que miden más (mucho más) de treinta metros cuadrados. Y luego resulta que conocen perfectamente los problemas de los ciudadanos. Animalicos.
1 comentario:
Aburren hasta a las ovejas.
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