Transformers: el lado oscuro de la luna

Sinopsis:
En esta nueva película, los Autobots y los Decepticons se involucran en una peligrosa carrera espacial entre EE.UU. y Rusia, en la que una vez más el humano Sam Witwicky tiene que acudir en ayuda de sus amigos robots. Hay nuevos personajes también, incluyendo al nuevo villano en la forma de Shockwave, un veterano Transformer que gobierna Cybertron mientras Autobots y Decepticons se enfrentan en la Tierra.

Para celebrar que ayer era el santo de Pedro consentí en ir a ver Transformers: el lado oscuro de la luna. Era en el cine de verano de San Vicente, al aire libre, lo que se agradecía. Por ser entre semana, tampoco rebosaba de críos cojoneros, por lo que pudimos “disfrutar” de la proyección con bastante tranquilidad.

No sé cómo comentarla: no es que fuera mala (tampoco buena), es que no conecté con ella en absoluto. De la historia no hace falta contar mucho, ya que no es más que una mera excusa para desencadenar otra batalla campal entre transformers y humanos.

Encontramos a grandes actores como John Turturro, John Malkovich o Frances McDormand, que se las dan de intelectuales e indies por haber trabajado con los Coen y demás, pero aquí se prestan a hacer el payaso sin pudor alguno, algo que de seguro beneficiará más a su cuentas corrientes que a sus carreras. La morena Megan Fox ya no está y da paso a una rubia igualmente cañón.

Admito que la última hora -más o menos- es espectacular, sobre todo una secuencia en un edificio, con explosiones por todas partes, coches volando por los aires y toda la chatarra robótica desplegada por la ciudad dándose mamporros. El problema es que con tal abundancia abrumadora de efectos generados por ordenador me parece estar viendo un episodio de dibujos animados, como si Ben 10 durase dos horas.

En resumen, que hay que ser niño y varón para apreciarla. Un chaval de unos 9 años salía del cine dando saltos de emoción y pidiéndoles a sus padres que le comprasen el videojuego. Otro, de unos 15, concluía con esta sesuda apostilla: “Los morros de esa tía de la peli me han puesto burrote”. No tengo más comentarios.