Cuando nacemos,
nadie nos proporciona un manual para aprender a vivir, ni instrucciones para
ser feliz. Y, sin embargo, encontrar la felicidad no es tan difícil. En
realidad, existen unos secretos para vivir en este mundo que quizá nadie se
haya tomado la molestia de explicarte. Por eso Albert Espinosa ha querido
compartir contigo en este libro los suyos, los que ha ido descubriendo a lo
largo de su vida, aquellos que le hacen sentirse vivo, los que le han servido y
todo lo que ha aprendido a lo largo de su extraordinario recorrido.
Los
libros de Albert Espinosa son inconfundiblemente propios, para bien o para mal.
Leer sus palabras es oír en el cerebro la propia voz del autor, un hombre que
parece encantador, el epítome del optimismo y el buenrollismo.
Sin embargo, el principio de la lectura me dio un tufillo de libro de autoayuda que me echó para atrás porque ya sabéis mi aversión por ese género. Aun así, continué unas páginas más y fue mi perdición: el bueno de Albert me enredó con sus reflexiones, emociones, y máximas, acentuadas con sus dibujos e ilustraciones. Me retrotrajo a El mundo amarillo, su primer libro, que se lo regalé a mi amiga Esther, por lo que creo que también le gustaría este.
Yo también he pasado por la pérdida del padre y comparto otras circunstancias
con Albert, pero eso no es indispensable: solo basta ser humano para comulgar
con el torrente de pensamientos del corazón y del resto de cada persona. Que
sí, que muchos lo calificarán de filosofía barata y superficial propia de los
tiempos en que vivimos. Si emociona, me da igual cómo lo llamen.
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