El sábado 27 de junio fuimos de boda. Mientras Pedro acababa de meter en la bolsa de viaje la ropa que llevaríamos en la ceremonia, me acerqué a la peluquería. Con el pelo tan cortito pocos milagros se pueden hacer pero mira por dónde la peluquera acertó poniéndome los pelos de punta cual Espinete a base de espuma y laca. La lástima es que el calor los agachó un poco, no sólo a mí sino a la mayoría de las señoras con sus elegantes recogidos y greñas estratégicamente erectas. Conforme avanzaba la tarde iba apareciendo el nerviosismo.
Lidia, la otra hermana de Pedro, me maquilló con gran tino, una pena que no se aprecie bien en las fotos. A propósito, Lidia lucía un modelazo espectacular en azulón con tremendo escote que llenaba con su generosidad, cubierto, eso sí, con un tejido ligero del mismo color para la misa. Y qué decir de la novia, bellísima en su divino vestido de Pronovias, tan fino y elegante, una verdadera preciosidad. No quedaban a la zaga los padres de la criatura, doña Rosario y don Pedro, también padrino.
Cercana la hora de la ceremonia religiosa, mi deseo era abandonar cuanto antes el domicilio paterno para evitar la traca que estallaría en cuanto la novia pusiese pie en la calle.
Cercana la hora de la ceremonia religiosa, mi deseo era abandonar cuanto antes el domicilio paterno para evitar la traca que estallaría en cuanto la novia pusiese pie en la calle.
Tras otra horrísona traca y la consabida lluvia de arroz y pétalos de rosa, nos dirigimos al restaurante La Casa del Arròs, en un entorno privilegiado al lado del Mediterráneo; lástima que al ser de noche no se apreciase. Allí nos recibió una pareja que tocaba la dulzaina y el tamboril y nos entretuvimos con el cóctel de bienvenida: canapés, hojaldritos y refrescos.
Me pregunto qué es más importante en un restaurante, el cocinero o el creativo autor que bautiza los platos con nombres tan rimbombantes. Aquí copio el menú:
Me pregunto qué es más importante en un restaurante, el cocinero o el creativo autor que bautiza los platos con nombres tan rimbombantes. Aquí copio el menú:
Selección de ibéricos.
Crepe relleno de boletus e ibérico a la reducción de Martini.
Bacalao confitado con reducción de pimiento y perfume de menta.
Lomo de lubina salvaje con gambas a la crema de almendras.
Sorbete de limón.
Medallón de ternera a la crema de espinacas y salsa diana.
Crema de nísperos con reducción de tamarindo.
Tarta nupcial.
Por supuesto, no faltó la barra libre ni la música en vivo. Como novedad, al centenar de comensales se le repartió una fotocopia con letras de coplas del cancionero popular donde no faltaban algunas de carácter sicalíptico. La más coreada fue sin duda La manta al coll, alicantina por excelencia. El momento emotivo llegó cuando Tere nos regaló a su hermana y a mí sendas copias de su ramo de novia, que era precioso, pero no sé deciros qué clase de flor era.
En resumen, que todo salió a pedir de boca y que nos lo pasamos muy bien. Eso sí, tras ver de cerca una vez más la parafernalia que conlleva una boda, más claro tengo que no pasaré por ahí.
En resumen, que todo salió a pedir de boca y que nos lo pasamos muy bien. Eso sí, tras ver de cerca una vez más la parafernalia que conlleva una boda, más claro tengo que no pasaré por ahí.
1 comentario:
Molt guapa la nòvia. Al nòvio de la germana el conec perquè té una tenda de productes de piscina i Vicent és client.
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