El “plato fuerte” de las fiestas de San Pedro estaba por llegar: una revista de variedades en el Auditorio Municipal con la actuación estelar de la otrora reina del pop patrio Karina. El espectáculo, contra todo pronóstico, estuvo mucho más ameno que en años anteriores: un ballet de cuatro chicas y dos chicos, una especie de Pantoja cantando pasodobles y coplas, una vedette con las “gracias” de siempre (menos mal que no fue chabacana ni se mofó demasiado del público), un joven cómico transformista cántabro con mucho arte a pesar de algunos chistes pésimos y un grupo de rock acrobático que hicieron las delicias del personal, nos tenían con el corazón en un puño con tanta pirueta, y saltos imposibles.
Por fin apareció la estrella invitada: Karina. La verdad es que la señora está mayor, apenas se mueve sobre el escenario y su voz ha perdido empaque. Por el contrario, estuvo muy agradable con el público, cantó sus éxitos de siempre, que no son tantos como me figuraba, junto a otros de los ’60, y la gente se lo pasó bomba coreando El baúl de los recuerdos y demás.
No tengo fotos ni vídeo de ese día. Casi mejor recordarla en este otro donde estaba en su esplendor. Cómo se estropean los cuerpos, que decía Lina Morgan.
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