Apenas recuperados de las fiestas, no tardamos en buscar cualquier excusa para salir a la calle a cenar con los vecinos. Como recordaréis que vivo en la calle Fermín Sánchez, la noche del patrón navarro celebramos el santo de la calle. Sí, todo lo absurdo que queráis, pero somos así. Menos mal que en la calle corre airecillo y se puede respirar de noche.
Cada vecino que participó aportó algo: una preparó cocas a la pala, muy típico de la localidad; yo compré el companaje para acompañarlas; otra, la bebida; y otra aportó el postre: un delicioso helado de turrón de la cercana Heladería Ramonet. Otra vez el régimen a la porra.
2 comentarios:
A ver, queridos contertulios del blog, no os creais que en todas las calles de Agost pasa esto, yo creo que sólo en la de Conchi, que no tiene salida al tráfico y sus vecinos están por lo que veo muy bien avenidos. Cuando vivía yo en un piso de la avenida de Alicante había mucho tráfico en la calle y dos de mis vecinos se odiaban a muerte. Como para sacar la mesa a la acera ja ja...
En la calle donde yo vivo,casi no conocemos a los vecinos y nos saludamos poco.
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