Y desde mediodía hasta casi el anochecer el festejo se realizó en un lugar de piscinas llamado El Castillo de Gerry a las afueras de la ciudad (10 km), para que los niños disfrutaran del espléndido día que hizo y así calmar el calor. Mi cuñada se lució, había comida para los mayores (guisos de distintos tipos para comer en tacos, típico mexicano) y para los pequeños pizza, además de un puesto con helados y con comida chatarra (dulces de todo tipo, papas, nachos, elote, tamarindo, chocolates, etc.). Las niñas, a pesar del bloquedor solar que les aplicábamos, llegaron hechas un tomate colorado, tal cual si hubieran estado en la playa. Un evento familiar que fue un gasto enorme, pero un éxito rotundo.
2 comentarios:
Grandes y pequeños disfrutasteis del día, que al fin y al cabo es lo que mejor se recordará. Me alegra.
Ahí sí que también iría yo.
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