¿Estáis enfadados con lo de las nuevas
elecciones? Queridos, queridos, yo esperaba esto desde el día después de las anteriores.
Estaba bastante claro que el panorama político era tal, que cualquier pacto
para alcanzar una mayoría de gobierno suficiente era por completo imposible. Y
os diré por qué:
PP-PSOE, o sea, la Gran Coalición:
bueno, desde un punto de vista cínico, pragmático y totalmente amoral, era sin
duda la opción más deseable, pero del todo improcedente. ¿Por qué? Primero,
porque hubiera demostrado que, tal como nos quieren hacer creer desde todas las
instancias dominadas por el neoliberalismo, ya no hay izquierda ni derecha por
la sencilla razón de que sólo hay un posible camino de gobierno: la
austeridad, el adelgazamiento del sector público y el subsiguiente
desmantelamiento del Estado de Bienestar. Segundo, porque tal pacto, así, de
buenas a primeras, hubiera tenido un alto coste político entre el electorado,
tanto del PP como, sobre todo, del PSOE. Muchos votantes del PP son más bien
anti-PSOE y todo lo que representa (o en su momento representó), y los votantes
del PSOE de toda la vida no le hubieran perdonado a Pedro Sánchez dicho pacto.
Y tercero, pero no menos contundente, porque Pedro Sánchez dijo, por activa y
por pasiva, durante la campaña electoral que NO, que NUNCA, pactaría con el PP.
Y ya estamos hartos, más que hartos, de que en campaña se diga una cosa y se
haga la contraria cuando llega el momento de gobernar. Las palabras, señores
políticos, ATAN.
PP-Ciudadanos: tampoco. Primero,
porque aun siendo muy afines ideológicamente, si bien separados por las formas
de concebir la acción de gobierno, y siendo por tanto un pacto pro-natura, el
número de diputados no era suficiente para una mayoría absoluta, ni siquiera
para la investidura. Aquí hubiera podido entrar en juego una de mis apuestas
más firmes, aparte de la convocatoria de nuevas elecciones: el pacto
PP-Ciudadanos con la abstención del PSOE. Abstenerse no es pactar, y Pedro
Sánchez hubiera podido avenirse a esa componenda sin perder demasiado la cara.
Pero el precio para él, insisto, hubiera sido muy, muy alto. Y para el PSOE,
mucho más. Segundo, y más importante factor: la actitud ante la corrupción.
Ciudadanos ha hecho de la lucha contra esa lacra su baza electoral más
importante para ganar votos (pese a las noticias que han salido estos últimos
días y que no creo que signifiquen que ellos también están corrompidos), y no
podía pactar con el PP a menos que éste hiciera una limpieza comparable a la
que hizo Hércules en los establos del rey Augias. Como evidentemente no ha sido
así, Rivera tenía las manos atadas para dicho pacto. No puedes decir que luchas
contra la corrupción y pactar con un partido que, aunque no sea por el monto
total del dinero “afanado” (tal honor le corresponde al PSOE con los casos de
los ERE y los cursos de formación), está literalmente fermentando con los
distintos focos de infección que hay en su interior.
PSOE-Podemos: tampoco. Aparte de por
el manido y famoso pacto PSOE-Ciudadanos, Iglesias y sus muchachos nunca
podrían pactar con el PSOE por la sencilla razón de que, para ganar más votos y
hacer más bulto en el Parlamento, decidieron unirse a distintas formaciones
independentistas o pro-referéndum (que en mi modesta opinión viene a ser
prácticamente lo mismo). Si el PSOE se unía a esta coalición
Podemos-Independentistas perdería la última seña de identidad, al menos si nos
atenemos a sus siglas: ya no es Socialista, desde luego que ya no es Obrero y
por lo tanto, lo único que le salva de ser un Partido a secas es que sigue
siendo Español. ¿Ya nadie se acuerda del terrible precio que hubo de pagar para
seguir siéndolo? ¿Ya nadie se acuerda de la desgarradora escisión con su rama
catalana? Pues eso: nada de pactos con nacionalistas o la hubieran liado parda.
Además, tampoco, que yo sepa, sumaban suficientes votos entre ellos y la gente
de Iglesias.
PSOE-Podemos-Ciudadanos. Sólo tengo
una cosa que decir al respecto: no se lo creían ni ellos. Rivera e Iglesias son
agua y aceite. Creo.
Podemos-IU-Otros nacionalistas: no
sumaban votos suficientes (el sistema D’Hont y nuestra bendita ley electoral ya
se han encargado de eso, reduciendo a IU a la nada)
Total: nuevas elecciones. Era
inevitable. ¿Y ahora qué? Interesante cuestión, sin duda.