Sinopsis:
Un operativo de la Policía Nacional contra el narcotráfico con agentes infiltrados se complica cuando la joven Elur Amézaga aparece asesinada en Bera, un pequeño pueblo de Navarra muy cercano a Francia. Elur es confidente de la policía y novia de un destacado dirigente abertzale local y todo apunta a que el culpable de su muerte es el inspector Fernando Ribas, amigo de Marcela (además de amante y mentor de la inspectora cuando esta entró en el Cuerpo, hace más de diez años), pero Marcela se resiste a creer que Ribas, a pesar de todos sus defectos, fuera además un policía corrupto.
Gracias a un sorteo de Instagram conseguí este libro. Al poco de emprender su lectura, me di cuenta de que era continuación de otro anterior. No es que eso impida conectar con la novela, pero sin duda la hubiera disfrutado más de haber leído la previa. Creo que es algo que deberían tener presente los autores que escriben secuelas, que son la práctica totalidad hoy en día. Cansinos.
Marcela, la policía protagonista, es una mujer con muchas aristas, cuyo origen, deduzco, se explica en la primera novela de la saga. Se entrelazan demasiados subtemas, a mi juicio.
Lo que no funcionaría es una adaptación a la pantalla, porque de uno de los personajes conocemos únicamente sus palabras y acciones, ya que la autora no quiere revelar quién es ese villano, aunque pronto me lo figuré. En pantalla, no se puede mantener la ausencia.
La acción es interesante, menos mal.
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