El miércoles 20 teníamos la visita a Sintra por la mañana. Aquí empezó otro pequeño problema. Resulta que la agencia en su folleto enumera las principales atracciones turísticas de cada ciudad, lo que no significa que se vayan a visitar, aunque algunos interpretaron que sí. Ahí se manifestó el malestar de algunos pasajeros. ¿Es que no ven que se necesitarían al menos un par de días en cada ciudad?
Habiendo confirmado en Turismo que casi todos los lugares me eran inaccesibles, al final optamos por visitar los jardines del palacio de la Pena, en la parte alta a los que se accedía por un bus con una rampa tan empinada que daba un poquito de yuyu. Pronóstico de lo que iba a venir. El bus subió por unas cuestas tan retorcidas y pendientes que no sé cómo, pero en una curva cerrada mi silla se volcó de espaldas y me di tremendo golpe en la cabeza. Menos mal que la mochila amortiguó el impacto. Entre unos pasajeros me pudieron sentar en la silla. Compramos las entradas para los jardines y, una vez dentro, seguían las cuestas y el bus que las salvaba no podía con las sillas eléctricas. Entre el dolor de cabeza, que luego solucionó un ibuprofeno, no tenía ganas de más peripecias y decidimos bajar al centro de la ciudad.
Nuestro guía nos llevó a ver (por fuera, evidentemente) un palacio muy bonito. Para rematar la mañana, el restaurante donde íbamos a comer tampoco me era accesible y mi hermana y yo tuvimos que comer en la calle, lo mismo que pasaría al día siguiente en Coímbra.
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